Como se explicó ayer, cuando se anunciaba ya que la CNC impondría una sanción de 1,8 millones de euros al grueso del sector, se considera probada la existencia de un cártel del mejillón que funcionó en Galicia desde 1997 y que alcanzó su punto culminante en 2008.

Durante ese periodo de tiempo trataron de imponerse distintas centrales de ventas o plataformas de distribución que, cuando fueron pactadas, terminaron como el rosario de la aurora, pues siempre que se firmaba un pacto alguna de las partes lo rompía unilateralmente y tiraba los precios para vender más que su socio.

Y cuando aquellas centrales o plataformas se imponían con medidas de fuerza o coacciones desencadenaban graves conflictos en los muelles –como sucedió en Cabo de Cruz, Vilanova o Vilaxoán– y, a la postre, tampoco servían de nada.

La mejor prueba es lo ocurrido en 2008. Bateeiros como Ramón Dios, Francisco Alcalde –por entonces presidente de Aspromeri y ahora titular del Consello–, Julián García Mouriño, Agustín Pose y alguno más intentaron imponer por la fuerza la creación de la Plataforma de Distribución del Mejillón Gallego (Pladimega), con la que pretendían agrupar al 100% del sector para así marcar precios y repartir cuotas de mercado.

Eso, como se advirtió entonces, va en contra de la ley de la libre competencia, que es lo que ahora justifica la sanción impuesta por la CNC.

El problema es que a causa de las presiones ejercidas en los muelles en 2008 –cuando algunos dirigentes bateeiros amenazaron a sus socios con recortarles carga de trabajo si no se convertían en piquetes–, lo que se hizo fue investigar no solo a Pladimega, sino a otras centrales de ventas anteriores.

Es el caso de Cemega, "La Central" y algunas "coaliciones" más que, formadas por unas u otras entidades productoras, buscaban siempre lo mismo: el pacto de precios y/o reparto de mercados.

Todo aquello desencadena ahora la citada sanción económica, que puede catalogarse como una resolución histórica no tanto por la cuantía a pagar por los bateeiros, que también, sino porque pone fin a prácticas llevadas a cabo durante décadas en el sector y va a condicionar futuros acuerdos o alianzas. No cabe duda de que a partir de ahora las entidades tendrán que medirse mucho si quieren abordar acciones de mercado conjuntas.

"Con nosotros que no vuelvan a contar nunca más, ni para hacer piquetes en los muelles ni para pactar precios con nadie", indicaba ayer el dirigente de una de las asociaciones bateeiras multadas. Y es que esta sanción de la CNC supone un duro golpe al sector, pero también una clara advertencia.