A Mario Gallego Rei le conoce todo el mundo en Meis por “don Mario”, tal es el respeto y admiración que despierta. La pasión con la que afronta sus clases de Ciencias Sociales o Lengua Gallega o la escritura de sus libros de historia y etnografía inunda también la conversación con él. Mario Gallego es un amante de lo pequeño, de las maravillas que rara vez salen en los libros de texto pero que esconden una rica historia interior de cientos de años. Por ello, ha escrito sobre el encaje gallego y sus técnicas transmitidas durante siglos de generación en generación; sobre los molinos de río; o sobre el escudo del Concello de Meis. Ha publicado títulos como “Castelao por Meis”, “Os muíños do río Armenteira” -junto a Xosé Manuel Moreira-, “A historia do escudo de Meis” o “Meis no camiño das estrelas”. Asimismo, pronto saldrá a la luz “Para despois do silencio”, una obra sobre los años 30 del siglo pasado en el municipio meisino que firma en colaboración con Celso Milleiro y Xosé Manuel Moreira. Gallego Rei confiesa que uno de sus grandes sueños es publicar la historia de Meis, un ayuntamiento que, sin ser el suyo, él ama como propio. Hace unas semanas, el Bloque Nacionalista Galego presentó una moción en el Concello proponiendo que Gallego Rei sea declarado Hijo Predilecto y Cronista Oficial de Meis.

-¿Qué le parece que le propongan como Hijo Predilecto y Cronista Oficial?

-Me enteré por los periódicos. Es un honor que lógicamente no merezco, pero que me llena de orgullo porque es algo que impulsan algunos antiguos alumnos míos. El mejor regalo que le pueden hacer a un profesor es que años después los alumnos le sigan considerando un amigo y se acerquen a él.

-Usted ha investigado mucho el patrimonio material e inmaterial de Meis. ¿Cuál es la leyenda que más le ha impactado?

-La leyenda más importante de Meis es la del santo Ero. Pero aparte de ésta me impactó mucho una que recoge Castelao y que habla de unos ladrones que asaltaron el monasterio de A Armenteira y que mataron a un monje. Se dice que por el camino fueron perdiendo todo el botín y que luego cayó una maldición sobre sus aldeas, por lo que todos sus habitantes se marcharon. A día de hoy, esos dos lugares de Rianxo siguen abandonados.

-¿Y sus lugares preferidos?

-Me siento muy cómodo en cualquier sitio de Meis. Pero el monte Castrove es un lugar mágico, tiene unos valores espirituales maravillosos. También me gusta la aldea de Fofán, que está en un pequeño valle entre colinas. Es un lugar idílico, sin ruidos, que está al pie de un castro. Cerca de allí también se encuentra el mirador de San Cibrán. Desde allí tenemos una de las mejores vistas de España. Ves todo el valle de O Salnés, el río Umia, y en días despejados hasta se ve al fondo Santa Uxía de Ribeira.

-¿Por qué le interesa tanto la historia local?

-Yo soy incapaz de explicar Historia en clase sin referirme al sitio en el que estoy. Estos días estuve hablando con mis alumnos de la Prehistoria, y aprovechando eso quiero que ellos también sepan lo que pasó en Meis en esa época. Es muy satisfactorio, porque los estudiantes entienden la Historia no como algo que ven en una película, sino como algo reflejado al lado de sus propias casas. Mucha gente nace, vive y muere al lado de un monumento sin darse cuenta de la importancia que tiene.

-¿Qué es la cultura?

-La cultura es un término que muy poca gente se atreve a definir. La cultura es la consecuencia de unos antepasados que vivieron de un modo determinado. Y nosotros somos el resultado de esa evolución. Cada individuo vive en una tierra, y esa tierra es la que le dice prácticamente como va a vivir. Los fenómenos naturales, la historia, la tierra, es lo que determina las formas de vivir, las comidas y hasta el vestuario de las personas. Aquí sigue viniendo gente de vacaciones, y aunque no pueda venir en otra época del año, a la fiesta de su parroquia no falta.

-¿Cuál es el mejor legado que le puede dejar un profesor a su alumno?

-Que comprenda e interprete su ambiente, dándole criterios de actuación. Que valore lo que tiene. Una cosa que me gusta es que aprendan a hacer un árbol genealógico, no solo para conocer los nombres de sus bisabuelos, sino también para que sepan como vivieron y pensaban sus antepasados. Que aprendan a valorar todo lo que tienen alrededor de casa y que es suyo.

Mario Gallego es un enamorado de la historia de Meis. No le importa pagar él mismo la edición de un libro cuando sabe que puede ser de provecho para los vecinos -como hizo con el de Castelao-. También colabora gustoso con las actividades culturales que sirven para rescatar del olvido el pasado, como la Feira Labrega que pretende emular la grandiosa feria que en su día tuvo O Mosteiro, cuando los bares permanecían abiertos toda la noche para acoger a tratantes y compradores llegados incluso de Portugal. También ha investigado a fondo la figura de Manuel Pesqueira Salgado, de quien este año se cumplen 100 de su nacimiento.

-¿Quién es Pesqueira?

-Manuel Pesqueira está considerado uno de los mejores pintores del siglo XX gallego. Para mí es una persona que está por descubrir, tanto en su faceta artística como humana. Pesqueira es un hombre que quedó mutilado de la mano derecha y que pasó ocho años en Vilagarcía aprendiendo a pintar con la izquierda. Era un hombre volcado hacia el pueblo, un humanista total y que fue alumno de Dibujo de Castelao. Pero creo que ni siquiera la gente de su parroquia, Paradela, lo conoce bien.

-¿Qué pintaba?

-La temática de casi toda su obra es el pueblo: los labradores, su vida, sus fiestas. Él representó cómo bailaban, cómo comían o cómo jugaban a las cartas sus vecinos. El mundo rural entero está en sus cuadros. Él quería representar lo duro, lo fuerte y robustos que eran los labradores en su trabajo.

-¿Puede la cultura generar turismo y negocio?

-Indudablemente. En estos momentos hay muchas empresas turísticas que ofrecen viajes culturales. Y Meis, en este sentido, tiene muchísimo que ofrecer al turista, tanto en monumentos, como en paisaje, como en gastronomía y trato humano, que aquí es excepcional.