El alcalde de Cambados, Luis Aragunde, afirma que la restauración del cruceiro aparecido en Castrelo hace ahora dos años será muy complicada porque según él solo se recuperó el 30 por ciento de la pieza.

El monumento fue descubierto durante los trabajos de ensanche de la carretera general de Castrelo, que se acometían por aquellas fechas. El hallazgo significó una sorpresa para los vecinos, puesto que la mayoría ya lo daban por desaparecido.

Cuando las excavadoras lo desenterraron, la asociación Castrelo Móvese planteó la necesidad de restaurarlo y de colocarlo en su ubicación original, al principio de la carretera de O Facho, en el lugar de A Bouza. Tiempo después, 200 vecinos de Castrelo incluso presentaron un escrito con firmas en el ayuntamiento, en el que reclamaban la instalación del cruceiro en la rotonda que estaba prevista para O Facho pero que a día de hoy sigue sin estar construida.

No obstante, Luis Aragunde manifestó esta semana que la restauración del monumento va a ser muy complicada, pues a pesar de que en las imágenes tomadas tras el descubrimiento parecía que la pieza se encontraba relativamente completa, los técnicos aseguran que solo ha aparecido el 30 por ciento de la misma. Fuentes municipales manifiestan que, por ello, la recomposición de la escultura podría ser incluso imposible.

Una alternativa pasaría por realizar una nueva excavación en la zona donde se descubrió el cruceiro a finales de mayo de 2009, pero eso significaría un fortísimo desembolso económico –la ampliación de la carretera afectó parcialmente esos terrenos– que el Concello difícilmente querría asumir en las circunstancias actuales. Con todo, el ayuntamiento pretende hablar con alguna empresa especializada para determinar qué se puede hacer.

El profesor e historiador Xoán Antonio Pillado Silvoso cuenta que el cruceiro de O Facho ha tenido una historia azarosa. Fue derribado durante la Guerra Civil y lo erigieron de nuevo en la época franquista. Posteriormente, en los años setenta un camión lo tiró accidentalmente. Varias piezas quedaron en la zona, mientras que el capitel y la cruz se pusieron a buen recaudo en la sacristía de la iglesia parroquial de Castrelo, según Xoán Antonio Pillado.

Con el paso de los años el monumento fue quedando enterrado por la maleza y la tierra, hasta caer en el olvido a pesar de la impronta que dejó en la parroquia –el hotel situado enfrente se llamaba precisamente O Cruceiro–. De hecho, muchos jóvenes incluso desconocían su existencia hasta 2009. En esa fecha aparecieron el peldaño, la base y la vara.