Que el poemario Follas Novas, escrito por Rosalía de Castro y uno de los símbolos literarios más conocidos de nuestras letras, se publicó por primera vez en Cuba, es un dato conocido por una buena parte de la ciudadanía, aunque tan sólo sea porque el tema es materia de examen en los institutos de Galicia. Lo mismo sucede con el himno, la bandera o la Real Academia, que guardan un fuerte vínculo con el país tropical. No obstante, los lazos que unen a la sociedad gallega con la cubana van mucho más allá de los símbolos, se remontan siglos atrás en el tiempo y no resultaría exagerado decir que han contribuido en gran medida al desarrollo sociocultural de nuestra población. Eso es, al menos, lo que considera el literato Xosé Neira Vilas, que ayer se acercó hasta Vilagarcía para participar en un coloquio sobre la emigración gallega en Cuba. Después de treinta y un años de vida en La Habana y alrededor de veintiocho dedicados a la investigación de la presencia gallega en esa ciudad, el autor de "Memorias dun neno labrego" es, a sus 83 años, una de las voces más autorizadas y con más trabajo realizado alrededor de esta temática.

Neira Vilas, que actualmente dirige en Vila de Cruces la fundación que lleva su nombre, no quiso perderse la oportunidad de participar en el primer Festival de Integración Cultural Cubano-Galego que se celebra en la capital arousana hasta este jueves, y por el que durante seis días han ido e irán circulando algunos de los artistas cubanos que actualmente residen en la provincia de Pontevedra.

Si bien los flujos migratorios mayoritarios se han invertido, y en la actualidad los gallegos que se trasladan a países latinoamericanos son los menos, economía y política motivaron antaño que cientos de gallegos cruzasen el Atlántico en busca de una vida mejor.

La Habana fue una de las cunas que permitió que el galeguismo se desarrollase, lejos de la represión de los años del franquismo. Pero hubo mucho más, aparte de las estadías de personajes tan conocidos como Castelao. Entre el inicio de la "emigración masiva" de gallegos a Cuba de 1870 hasta las postrimerías de esa tendencia, en el comienzo de la década de los 30, se forjó entre gallegos y cubanos una suerte de simbiosis que sirvió para dar forma a diversas iniciativas formativas.

"Aparte de los símbolos, en sentido práctico uno de los gestos más importantes de altruismo fue el de las escuelas", aseveró Neira Vilas, que horas antes de participar en la charla-coloquio celebrada ayer por la tarde en el Auditorio conversaba con este medio.

Según las investigaciones del autor de "Xente no rodicio", "el 80% de las 310 escuelas creadas en Galicia entre 1905 y 1930 fueron financiadas por emigrantes gallegos en Cuba". En 1910 se formaron en Cuba 64 Sociedades de Instrucción, según explicó Neira Vilas. A través de estos organismos los emigrantes hacían llegar a sus localidades natales dinero, material escolar y mobiliario para poner en marcha colegios, para cuya construcción en muchos casos se encargaron incluso de adquirir los terrenos necesarios y, posteriormente, de abonar mensualmente el salario de sus maestros.

Aunque toda la geografía gallega se benefició de esta iniciativa, la provincia de Lugo fue la que vio proliferar un mayor número de colegios, pues de allí partieron la mayor parte de los emigrantes gallegos a La Habana, según asegura Neira. "En 1919 en el censo de chicos que iban a hacer el servicio militar en Viveiro no había ni un sólo analfabeto; y eso fue posible gracias a las 16 escuelas hechas desde Cuba en ese municipio", aseveró el investigador.

Según asegura Neira Vilas, este afán formativo se debió a la voluntad de superación de nuestros emigrantes de antaño. "Muchos salían de aquí casi analfabetos, y decidieron crear escuelas para conseguir que nadie se burlase de sus niños cuando estos tuviesen que salir de sus pueblos. Muchos de esos emigrantes no sabían leer ni escribir, y querían cambiar eso para que en el futuro sus hijos no tuviesen que aceptar los trabajos más duros y pudiesen aspirar a algo mejor".

No obstante, los beneficios formativos de la relación gallego-cubana no beneficiaron solamente a Galicia. Tras el triunfo de la revolución cubana, en 1959, se crearon en esa isla numerosas escuelas de pesca "que tuvieron como germen a pescadores gallegos que faenaban en el Golfo de México, en aguas de la Florida y de Yucatán", indica el investigador. Así, los años de experiencia en el mar de los gallegos sirvieron para que en Cuba se introdujesen nuevas técnicas y habilidades pesqueras, que estos hombres, muchos ya retirados, se encargaron de enseñar, tal y como explica Neira Vilas en su libro "Galegos no Golfo de México".

Igualmente, muchos gallegos participaron en las dos guerras por la independencia que vivió Cuba, la primera de ellas en 1868, por las mismas fechas que comenzó la deriva migratoria masiva de Galicia a la isla tropical. "Tengo catalogados más de cien gallegos, con nombre y apellidos, que participaron en esas contiendas; algunos de los cuales llegaron incluso a ocupar altos cargos", expone Neira.

En Cuba se editó en 1879 "El eco de Galicia", "el primer periódico gallego". Allí se crearon centros gallegos, se fundó la Sociedad de Beneficiencia Natural de Galicia en 1871, se publicó "A Besta", "la primera novela social gallega, de Xan de Masma", y comenzó a pintar Laxeiro, que se formó en la Escuela de Bellas Artes del Centro Galego de La Habana. Ahora la tendencia se invierte, y estos días creadores cubanos de distintas disciplinas muestran en Vilagarcía sus obras y recuerdan las décadas de vida en común con esta tierra.