Carlos Guerrero era solo un escudo de cristal, tan frágil que apenas duró un mes en la misión más importante que un partido le podría encomendar. Pero ser candidato a la Alcaldía de Vilagarcía era un caramelo envenenado obligado a seguir las órdenes del secretario provincial del PSOE, Modesto Pose, con las manos atadas mientras su "delicada salud" lo soportase.

Esta visión es compartida por un amplio sector de la militancia local que ve en la marcha de Guerrero una "huída a tiempo" tras comprobar lo que sucede a su alrededor. La mano de Pose está detrás de la dimisión de Marcelino Abuín, la desautorización de la alcaldesa Dolores García y el anuncio de abandono dentro de tres meses de Victoria Hierro o Manuel Rodríguez Cuervo. La división socialista comenzó a fraguarse justo después de las elecciones autonómicas, aunque es más visible a medida que se acercan las elecciones.

Un histórico socialista recuerda que hace ya un año que Pose anunció una renovación que iba a consistir en la exterminación de todos los barones, cuyo primer paso consistió en formar una ejecutiva con poca o nula experiencia. A partir de ahí vino la encumbración de Tania García, una trabajadora social de 36 años, y de Álvaro Carou, de 31 años, quien en la época de mayor peso político de Pose en la Xunta de Pérez Touriño ejerció como telefonista de cita previa en el hospital de O Salnés.

Con estos mimbres, parece razonable que la crispación entre los grandes referentes del socialismo vilagarciano llegue a las máximas cotas, pues la herida abierta en este tiempo no parece fácil de cauterizar.

Estos creen que el cisma que se ha generado en la agrupación local es idéntico a la primera división del PSOE entre 1983 –1987, período en el que José Recuna ejerció como alcalde de la ciudad en coalición con el Partido Comunista.

Aquella fraticida situación supuso al final de mandato, la coronación de José Luis Rivera Mallo, entonces líder de Alianza Popular, quien se mantuvo durante años en Ravella, hasta que Javier Gago y Seso Giráldez recuperaron a la familia socialista.

Ahora Tomás Fole tiene en su poder casi todas las cartas de la baraja. Las posibilidades de crecimiento del Partido Popular se han multiplicado de forma exponencial con los últimos acontecimientos dentro del PSOE y la puntilla que dio Carlos Guerrero. De ahí que todas las encuestas que dice tener Modesto Pose sobre intención de voto puede arrojarlas a la papelera. Le quedan solo tres meses para salvar los muebles pues son muy pocos los que auguran al candidato más de cinco concejales en la próxima corporación.

A Pose se le exige desde la base que busque la cohesión, que una voluntades e intereses de todos los que participan en un proyecto tan antiguo como el propio Pablo Iglesias que fundó el partido de la rosa y el puño hace más de un siglo.

Por eso, quienes han remado durante muchos años en el barco socialista reclaman que sea el propio Modesto Pose quien encabece este proyecto y que deje de buscar bajo las piedras a otro "pupilo" que le cubra las espaldas en el caso más que probable de una debacle electoral.

El secretario provincial es consciente de que las elecciones del 22 de mayo son su prueba del nueve y que el resultado final es el único que sirve.

Y todos aquellos que vetó y fue dejando por el camino coinciden en que ahora le toca a él dar la cara y dejarse de escurrir el bulto tras haber dejado al PSOE de Vilagarcía al borde del precipicio