Mariano Ibáñez conoce Vilagarcía palmo a palmo. Sabe dónde están las farolas, las señales de tráfico, las cajas eléctricas, los rótulos de los comercios que sobresalen a su altura. También los pasos de cebra, el tipo de pavimento de Rey Daviña, de Juan Carlos Primero, la altura de los bordillos, las rampas, los árboles, incluso si han sido podados o no. En fin, cualquier detalle de cada uno de los rincones urbanos, tanto del centro como de barrios como Carril, A Torre, las Trabancas, Vilaxoán, Piñeiriño...

Callejea de la mañana a la noche. Hasta la hora de la comida con su primo lazarillo, José Miguéns. Por la tarde pasea a solas hasta que regresa a su casa donde le espera su mujer, también invidente.

Si no fuera por sus oscuras lentes de sol y el blanco bastón que siempre lleva por delante nadie diría que es ciego pues desarrolló tanto los demás sentidos que puede identificar hasta a quienes se cruzan en su camino.

Pero con lo que no ha podido hasta ahora es con las barreras arquitectónicas que parecen colocadas a su paso, a propósito y a mala fe.

Su historia nació esta semana con una alcantarilla sin tapa en la que Mariano Ibáñez metió el pie. El ayuntamiento poco menos que le respondió que se cayó por su simple culpa, por no haber visto un cono de plástico que claramente le advertía del peligro. La contestación se la pintó calva, como se suele decir. Por eso decidió enumerar todos los obstáculos indetectables para su bastón, sembrados a diestro y siniestro por toda la ciudad en los últimos años.

En el Día Mundial dedicado a la Discapacidad, Mariano Ibáñez optó por mostrar algunos obstáculos que ni siquiera la alcaldesa puede dejar de ver, pues están delante justo del ayuntamiento, en las inmediaciones de la plaza de Ravella.

Cruzar esa céntrica calle es una verdadera odisea para los invidentes vilagarcianos pues señales, semáforos, coches, vallas y contenedores parece que se les ponen delante, justo en los lugares indicados para cruzar, es decir los pasos de cebra.

Mariano Ibáñez se conoce estas trampas fijas, permanentes y casi siempre las esquiva con éxito. Pero sabe que otras personas en su misma situación lo tienen mucho más complicado.

Entiende este conocido vendedor de la ONCE que a la administración le bastaría un poco de "sentido común" y pensar en que existen personas con discapacidades que necesitan que no se les tiendan más trampas.

Por ello se acerca hasta el paso de cebra de Juan Carlos Primero y allí mismo, aparece plantada una señal de ceda. Luego cruza y, en el siguiente, varios contenedores le impiden seguir caminando. A continuación se dirige hacia la zona del asilo y más obstáculos en los lugares elegidos para pasar.

Lo que más le ofende son los bolardos que el ayuntamiento ha colocado en las nuevas zonas peatonales. "El bastón no los detecta porque son muy bajitos y les pasa por encima", explica en su caminata por una ciudad llena de trampas para personas en su misma situación. Por ello, Mariano Ibáñez toma especiales precauciones al llegar a esta calle, en concreto la de Méndez Núñez, y otras peatonalizadas en las que los técnicos han decidido colocar una hilera de bolas de hierro para separar la zona destinada a los peatones y el resto de la vía, también destinada a los peatones, valga la redundancia.

Luego aparecen otras rúas secundarias, con entradas para carga y descarga y también de acceso a los garajes, con bajos y estrechos pivotes en los extremos pero que molestan en las aceras.

A ello suma Ibáñez salientes en muros públicos y privados, vallas de obra que se colocan para comodidad exclusiva de las empresas, contenedores de basura y, ¿por que no?, coches y motos que aparcan al libre albedrío en pleno paso de cebra.

De ahí que Mariano Ibáñez reconozca que el "trombocid" es su crema de cabecera pues raro es el día en que llega a casa incólume. "No puedo decir que sufra golpes a diario pero si con mucha frecuencia", se queja.

Como es muy meticuloso, los daños más graves, los tuvo en julio cuando se cayó por culpa de la alcantarilla abierta. Tuvo que recibir asistencia por los golpes en una rodilla.