La disposición de la Diputación de Pontevedra a mantener los campamentos de verano y el Obradoiro de Hostelería do Salnés en el centro vacacional Sanatorio de A Lanzada, a pesar de que esté previsto invertir allí 1,5 millones para reconstruir el edificio y albergar una de las cuatro Pousadas Xardín de O Salnés, parece haber calado entre buena parte de la sociedad meca.

Tal es así que ahora ya no se habla con tanta pasión como antes -ni siquiera entre los que se habían posicionado de una forma más contundente- sobre la posibilidad de organizar movilizaciones y emprender medidas de presión.

Incluso los principales detractores de la Pousada, y los mismos que han decidido iniciar un movimiento ciudadano en su contra, parecen haber reconducido su estrategia y apuestan por la negociación y el diálogo, que es, precisamente, lo que creen que le faltó al gobierno tripartito.

La construcción de la Pousada da Lanzada parece inevitable, por mucho que el gobierno local retrase la concesión de licencia; la supuesta amenaza o competencia que supondría este establecimiento para el sector hotelero local no existe, y así lo reconocen incluso los propios empresarios; recuperar los terrenos que ocupa el sanatorio es misión imposible, pues los vendió el Ayuntamiento de O Grove a la Diputación en 1963; generar alarma social por la posible desaparición del Obradoiro de Hostelería y de los campamentos de verano pierde fuerza, desde el momento en que el propio Louzán anunció, en FARO, que van a continuar e incluso a potenciarse de manera notable.

Con estos argumentos en la mano, y aunque en política todo puede ocurrir, parece comprensible que incluso los que hasta ahora se mostraron más críticos apunten ya que “lo ideal es sentarse a negociar y hablar sobre el proyecto con el presidente de la Diputación Provincial de Pontevedra, para tratar de encontrar soluciones alternativas o intermedias”.

Lo que quieren decir es que, si inevitablemente va a construirse la Pousada da Lanzada, “al menos debemos conseguir una línea de entendimiento que garantice la continuidad del Obradoiro de Hostelería y de los campamentos”.

Y dado que eso es algo a lo que ya se comprometió el presidente provincial, Rafael Louzán, los críticos plantean que se avance un poco más “y se intente garantizar la permanencia del Obradoiro en años venideros y la utilización pública del edificio, incluso planteando la posibilidad de aplicar alguna fórmula mixta que permita conservar la titularidad y el uso público del edificio y los terrenos, aunque la gestión de la posada sea privada”.

Estos argumentos, que coinciden mucho con los planteados por algunos de los colectivos sociales, turísticos y empresariales de la localidad que el martes se reunieron con Rafael Louzán en un conocido hotel de la villa, llevan a los que hasta ahora se mostraron como firmes detractores de la Pousada a insistir una y otra vez en que “hay que buscar alguna fórmula jurídica o alguna propuesta concreta que permita la continuidad del uso y la titularidad pública”.

En este sentido, citan como ejemplo el servicio de recogida de basuras o el consorcio de los parques de bomberos, “pues aunque se trate de servicios, instalaciones o bienes que siguen siendo públicos, la gestión corresponde a una empresa privada, y eso quizás sea de aplicación en el caso de la posada”.

Martes, a las 20.30 horas

Así pues, los mismos que están convocando a diferentes colectivos y ciudadanos para que participen en una asamblea general informativa, el martes a las 20.30 horas en la Casa da Cultura, apuestan ya no tanto por la movilización social, sino por “alguna propuesta concreta para recabar el apoyo de la sociedad” y convencer al presidente provincial.

Es evidente que esta postura, y el llamamiento al diálogo realizado, poco tienen que ver con lo dicho hasta ahora, y quizás por ello los impulsores de esta especie de movimiento o corriente vecinal en defensa del uso público de A Lanzada sostienen que “hay que aplicar el diálogo y el talante que hasta hora no supo o no quiso aplicar el gobierno local”.

Reproches

A este respecto, hay quien cree que al alcalde y a algún miembro más de su ejecutivo tripartito le sobraron “las fanfarronadas y las amenazas”, pues “en caso de haberse sentado a negociar desde el principio tanto la construcción de la posada como el uso y disfrute del campamento vacacional seguro que habríamos salido ganando todos, y posiblemente Rafael Louzán habría cedido más”.

Dicho esto, y aunque algunos son políticos en activo, o fueron concejales en el pasado, los detractores de la posada se suman más claramente a los defensores de la continuidad del Obradoiro de Hostelería y de los campamentos, y en esto sí hay acuerdo total.

Por si acaso, los críticos recalcan una vez más que “este movimiento no tiene nada que ver con el gobierno de O Grove y quiere estar completamente al margen de intereses políticos o disputas partidistas”.