Martín Códax es hoy en día una de las principales cooperativas agrarias de Galicia. Sus vinos se venden en medio mundo, y la sociedad también se destaca por su apoyo a iniciativas culturales de diversa índole, como el patrocinio de un grupo de música antigua que lleva el nombre del trovador medieval.

La cooperativa cumple 25 años, y lo celebra este sábado con una gran fiesta a la que ya ha confirmado su asistencia el presidente de la Xunta de Galicia, Alberto Núñez Feijóo. Una ocasión para echar la mirada atrás y reconocer el trabajo del reducido grupo de pioneros que sentaron las bases de la actual bodega de Vilariño.

La cuna de Martín Códax hay que buscarla en la Sociedad Agraria de Transformación (SAT) de la Agrupación de Cosecheiros de Albariño de Vilariño-Cambados, constituida el 16 de abril de 1985. Su primer presidente fue Manuel Noya Figueroa. Según él recuerda, la idea de agruparse la gestaron entre 10 y 15 agricultores de la parroquia, preocupados por los bajos precios a que se vendía la uva. Los teóricos eran el técnico de Extensión Agraria Julián Vieites y el enólogo Luciano Amoedo.

Los comienzos fueron titubeantes. Las reuniones se hacían en un local de la escuela de Vilariño, y no siempre acudían las mismas personas. Por ello, los más implicados con aquel proyecto embrionario decidieron dar un paso más, y depositaron cada uno de ellos 25.000 pesetas en una caja de ahorros.

En ese momento se constituyó la primera junta rectora, y se nombró presidente a Manuel Noya. Cuando la SAT se constituye en la Cámara Agraria eran 50 socios. "Nos parecían suficientes –evoca Noya– y paramos para que no se desmadrase la cosa, pero enseguida hubo que abrir y entró más gente", ilusionada con la idea.

Al poco tiempo nace Bodegas de Vilariño-Cambados, una sociedad anónima en la que, además de los cosecheros locales, participan la Xunta de Galicia y la Sociedade de Desenvolvemento Industrial de Galicia (Sodiga). El objetivo era profesionalizar la gestión y se enseñó a los agricultores a "distinguir sus funciones y saber delegar".

La búsqueda de los terrenos se inicia en el mismo año 1985. Algunos se inclinaban por una parcela existente en Barro, pero al final apareció la finca de Burgáns que luego se convertiría en el solar de la nueva casa.

En la primera cosecha el vino se embotellaba a mano y se encorchaba en la bodega Castro Martín, de Barrantes. Hasta allí, se transportaba en coches particulares y en el camión del propio Manuel Noya. Posteriormente, las etiquetas también se pegaban a mano. Aquella primera vendimia de la actual Martín Códax se saldó con una producción de 100.000 kilos de uva. Pronto les llegaría el reconocimiento, porque en la siguiente edición de la Festa do Albariño su vino ya fue laureado como uno de los tres mejores.

El invento del nombre

En junio de 1986 accede a la presidencia de la cooperativa Hernando Martínez Chantada, que está considerado el padre del nombre del vino que abanderaría la sociedad. Según recuerda, se hizo una tormenta de ideas y se planteó bautizarlo con el nombre de algún noble, aunque esa posibilidad no le convencía. "Había que buscar un nombre fácil de entender, comercial, que tuviese dos sílabas". De hecho, los socios buscaban algo similar a Coca-Cola, "que es igual en todos los idiomas". Al final, se puso sobre la mesa Martín Códax, "que es un personaje de la historia, la literatura y la cultura de Galicia, y respeta las normas filológicas que buscábamos. Ese es el origen del nombre de Martín Códax, de un estudio hecho, no científico, pero sí con sentido común".

Hernando Martínez era profesor, y trasladó las reuniones de la directiva de la Cámara Agraria de Cambados al colegio Antonio Magariños. En esa época también empiezan a recogerse por primera vez las actas de dichas reuniones. Otro hito de ese período es la ampliación de la capacidad de producción –se pasó de 200.000 a un millón de litros anuales– lo que propició el comienzo de las exportaciones. Asimismo, en esos años los socios empezaron a comprar las acciones de la Xunta y Sodiga.

El tercer presidente

La cooperativa de Vilariño la dirige Ramón Barral Maquieira entre 1993 y 1997. En su opinión, la sociedad estaba lastrada por la falta de un gerente y un director comercial, por lo que durante su mandato hizo todo lo posible para crear un equipo gestor profesional. La década de los noventa fue dorada para Martín Códax. Conquistó varios premios en la Festa do Albariño –el mejor escaparate para el sector del vino blanco en el mercado gallego– y se convirtió en una de las marcas más conocidas por el gran público.

El cuarto presidente de la cooperativa fue José Martínez Chantada. Asume el cargo en 1997 por propuesta de su hermano, el ex presidente Hernando Martínez, y aún hoy dirige la junta rectora. En su opinión cooperativa es sinónimo de "progreso". De hecho, cuenta que intentó en vano llegar a acuerdo con otras empresas para comercializar conjuntamente casi todo el vino de O Salnés.

De su mandato recuerda con especial satisfacción la compra del monte de Burgáns y de una veintena de pequeñas fincas que circundaban la sede social de la bodega, lo que permitió ampliar las instalaciones.

También se puso en marcha Pé Redondo –una finca de doce hectáreas, de las cuales dos están dedicadas a viña experimental, gracias a un convenio con la Universidad Politécnica de Madrid–, se echó a andar la bodega de tintos y rosados de El Bierzo (León), y se cambió el nombre de la bodega, que adoptó el de su vino más emblemático. Hoy, Martín Códax cuenta con 273 socios; gestiona 450 hectáreas de terreno; prevé una facturación en 2011 de unos 20 millones de euros; y vende sus vinos en medio centenar de países.