La titular del juzgado de primera instancia e instrucción de Lugo, Estela San José, decretó ayer prisión para los cinco detenidos en el marco de las investigaciones que han desarrollado varios cuerpos de seguridad del Estado y que se saldaron con la interceptación de un contenedor en el puerto de Marín que escondía más de 550 kilogramos de cocaína. Los cinco detenidos comenzaron a declarar ayer a primera hora de la mañana, extendiéndose la toma de declaración hasta bien entrada la noche, cuando se decretó su ingreso en la prisión de Monterroso, acusados de un delito contra la salud pública.

De todas formas, la operación continúa abierta y no se descarta que puedan registrarse nuevas detenciones en los próximos días, por lo que se ha decretado el secreto de sumario por parte de la magistrada.

Guardia Civil, Policía Nacional y Servicio de Vigilancia Aduanera interceptaron el pasado miércoles un contenedor en el puerto de Marín en el que, bajo una carga de pescado, se ocultaban 513 fardos de cocaína de algo más de un kilogramo de peso cada uno. El contenedor había llegado al puerto marinense en un mercante que partió de Guayaquil, en Ecuador, y estuvo vigilado por las fuerzas de seguridad del Estado hasta que se desató la operación.

Las investigaciones llevaron a los agentes a detener a Bruno Santiago Allo, a su tío Juan Ramón Allo Dios y a S.C.P, R.C.P y R.G.A., como presuntos responsables del alijo. Cuatro de ellos son vecinos de la comarca de O Salnés, mientras que el quinto vive en A Estrada.

Los motivos por los que es el juzgado de Lugo el que instruye la causa se debe a las vinculaciones que el grupo tiene en Viveiro.

La Guardia Civil remitió varias muestras de droga a sus laboratorios para determinar su pureza. Se trata del tercer alijo en importancia de los interceptados en lo que va de año en el puerto de Marín y, precisamente, uno de los anteriores también procedía del mismo país sudamericano, Ecuador.

El contenedor quedó precintado en la terminal de descarga de fruta, junto a la dársena pesquera, después de abandonar el puerto de Marín el mercante que lo transportaba. La investigación descarta que la tripulación del mercante o la consignataria tengan relación con la droga que ocultaba.

Despliegue espectacular

La detención de Bruno Santiago Allo fue la más espectacular por el despliegue de medios que se emplearon. El viernes a mediodía, cinco furgonetas del Greco de la Guardia Civil y varios coches camuflados se plantaban en la casa de los padres del isleño, en el lugar de Con Retellado, y comenzaban un minucioso registro, tanto en la vivienda como en un garaje cercano, también propiedad de la familia. El despliegue no pasó desapercibido para los vecinos de A Illa de Arousa, que siguieron las evoluciones del mismo desde lugares como O Campo o la plaza de O Regueiro.

Tras el registro en la vivienda, la caravana de agentes se desplazó a una nave en Ribadumia, sede del cocedero “Mar de Aonesa”, antigua “Cholamar”, empresa a la que podría dirigirse el contenedor con la cocaína. La firma es propiedad de la familia de Bruno Santiago Allo y regentada por el joven isleño de unos 30 años de edad. En la nave, los agentes intervinieron varios ordenadores y diversa documentación para incorporar al sumario de la causa.

Secuestro express

Santiago Allo ya protagonizó a finales de 2006 una rocambolesca historia en compañía de su hermano, Román Santiago Allo, fallecido pocos meses después de la misma en un accidente de circulación. Los dos fueron víctimas de un secuestro express en el que sufrieron torturas y vejaciones por parte de varios miembros del clan de Os Fanchos, de A Pobra do Caramiñal, en un pequeño galpón ubicado en las faldas del monte da Curota. Durante todo un fin de semana, ambos hermanos tuvieron que soportar todo tipo de torturas, antes de ser liberados y sus captores detenidos por la Guardia Civil.

Sus secuestradores les exigían el pago de una deuda de unos 50.000 euros contraída supuestamente por la descarga de un alijo de droga, aunque la familia de los dos secuestrados lo negó rotundamente. Por aquel secuestro, además de dos jóvenes de A Pobra, también fue detenido un vecino de A Illa de Arousa que vivía a escasos cien metros de la casa de los padres de Román y Bruno.

Román Santiago, que fue concejal en la corporación de A Illa durante un mandato, fallecía pocos meses después en Ribadumia al chocar la moto que pilotaba contra un automóvil, mientras su hermano continúa al frente de la empresa familiar.