La empresa consultora Gabinete de Servicios para la Calidad (GSC), dirigida por el prestigioso investigador Jesús Laso Sánchez, elaboró un ambicioso informe en el que avala los argumentos manejados desde hace meses por la Consellería do Mar para oponerse al nuevo método de análisis de biotoxinas marinas, que trata de imponer la Unión Europea (UE) y que podría causar "la ruina" en los sectores productivos gallegos, especialmente en el bateeiro.

El Instituto Tecnológico para el Control del Medio Marino (Intecmar), bajo dirección de Covadonga Salgado, encargó al profesor Jesús Laso Sánchez que elaborara un informe alternativo e imparcial sobre el nuevo sistema, para así arrojar más luz sobre el método que propone Bruselas y aclarar si es aplicable y si resulta viable.

El resultado de ese estudio no ofrece lugar a dudas, y a grandes rasgos puede decirse que GSC avala los diferentes argumentos manejados por la Xunta, en el sentido de que el método químico propuesto no ofrece mayores garantías de calidad en el producto, no garantiza más seguridad alimentaria para el consumidor y, por el contrario, entraña importantes perjuicios para la producción gallega, pues resulta más costoso, analiza un abanico menor de biotoxinas, es más restrictivo y, en consecuencia, puede causar más cierres de bateas.

Todo ello puede traducirse en una pérdida de rentabilidad en la producción que puede ser directamente proporcional al aumento de las importaciones.

El informe-auditoría emitido por GSC, al que ha tenido acceso FARO, se titula "Evaluación del método cromatográfico para detección de biotoxinas lipofílicas".

Incluye infinidad de referencias de carácter técnico y científico que analizan pormenorizadamente cada aspecto del nuevo sistema.

Ese documento aconseja "solicitar que se aplace la decisión de no utilización del método de bioensayos, hasta que se disponga de un sistema documentado y validable mediante una intercomparación europea", es decir, que se reafirma la validez y fiabilidad del sistema biológico actual, el de bioensayo en ratón, y se propone que siga siendo el método de referencia.

Nuevas toxinas

Del mismo modo, la evaluación realizada recomienda "que se valore la inversión requerida para mantener el mismo nivel de vigilancia que el existente en la actualidad" y, en cualquier caso, GSC propone "un plan de control basado en bioensayos para garantizar la detección de nuevas toxinas emergentes".

Esas toxinas sólo pueden detectarse con el bioensayo actual, por lo que si desaparece, en caso de imponerse el nuevo sistema, cabe preguntarse qué va a pasar con las amenazas que puedan llegar a producirse en el futuro.

Dice esto porque se llega a la conclusión de que el método químico defendido desde Bruselas "no dispone de un protocolo público que pueda ser utilizado como método de cuantificación para todas las biotoxinas solicitadas", es decir, que no está validado ni preparado para detectar todas las posibles afecciones.

Además, el sistema cromatográfico que se intenta imponer en contra de la voluntad de Galicia "no incluye toda la información necesaria para ser acreditado" y no reúne todas las condiciones precisas para garantizar su correcta aplicación en los laboratorios. Y esto es tanto como decir, tal y como indicaron Covadonga Salgado y otros representantes de la Consellería do Mar desde el principio, que se trata de imponer un método que no puede ser aplicado.

Por si esto fuera poco, "existe una carencia de materiales de referencia que exige la utilización de una técnica de calibración no habitual en el análisis químico, y que conlleva suposiciones de comportamiento de respuesta similar que pueden tener dificultades de cara a la acreditación".

Incluso esgrime el informe que "no queda claro que los métodos cromatográficos puedan llegar a los valores de los límites actuales". O sea, que no se dispone del material apropiado y ni siquiera se garantiza la fiabilidad de las analíticas.

Más personal

En el informe elaborado a petición de Intecmar, la firma Gabinete de Servicios para la Calidad esgrime que en caso de aplicarse el nuevo sistema "se requerirá una inversión significativa", tanto para adquirir nuevos equipos como para contratar más personal, siempre y cuando se quiera mantener el mismo nivel de muestras de control que existe en la actualidad.

Y como última conclusión el informe dice que, para garantizar que se detectan biotoxinas emergentes, es preciso mantener los bioensayos.

Al margen de las conclusiones oficiales, un análisis del grueso del informe permite deducir que el protocolo para el método químico está todavía muy verde, sobre todo porque "en la actualidad sólo se dispone de manera oficial de un método publicado por el laboratorio comunitario de referencia que sólo determina una parte de las toxinas requeridas, el grupo de ácido okadaico".

Es sólo uno de los "problemas" detectados y analizados, pues además "falta información sobre el procedimiento" a seguir, se utilizan datos analíticos sesgados y se aprecia que con los límites inicialmente propuestos posiblemente no sea posible obtener los resultados buscados, por lo que se dejan las puertas abiertas a una reducción de los niveles de control y detección de las biotoxinas.

Cuando la auditoría externa habla de la aplicabilidad del nuevo sistema resalta que la propuesta europea reduce a 7 las muestras diarias, mientras que actualmente Intecmar realiza una media de entre 20 y 24 muestras, aunque hubo años de hasta 30 muestras diarias.

Complejidad técnica

También se alerta de la complejidad para adaptar los equipos técnicos y humanos de los laboratorios y se advierte de que para aplicar el nuevo sistema "serían necesarios al menos dos equipos funcionando de manera continua –día y noche– para garantizar el análisis de las muestras entregadas, pudiendo llegar a 5 equipos en caso de necesitarse múltiples inyecciones". Y cabe puntualizar que cada uno de eso equipos cuesta 245.000 euros.

El método químico conlleva otros costes adicionales y requiere más personal. Con todo ello, y dado que la toma de decisiones sobre la apertura o cierre de bateas sólo puede realizarse una vez culminado un largo y complejo protocolo, el nuevo método podría retrasar ese tipo de decisiones al menos 25 o 30 horas desde el inicio de las inyecciones, mientras que el tiempo de espera actual es de un máximo de 24 y a veces se ofrece respuesta a los bateeiros en sólo 12 horas.

Covadonga Salgado es consciente de la trascendencia de este informe externo, por eso trata de resumirlo de la manera más comprensible posible y sin terminología científico-técnica cuando insiste en que el nuevo método "no es más seguro que el actual, tampoco resulta más rápido y rompe o complica enormemente la rutina legalmente establecida para la realización de los análisis". A esto hay que sumar que el análisis de una sola partida de mejillón con el método actual puede costar entre 50 y 70 euros, mientras que con el nuevo método el coste va a elevarse hasta los 500 euros.