Los radares móviles de gran alcance de que dispone la Guardia Civil para luchar contra el narcotráfico están equipados con cámaras de visión diurna y nocturna, se instalan en camiones y permiten analizar los movimientos de una embarcación sospechosa a 118 kilómetros de distancia, por lo que se considera una herramienta muy eficaz para hacer frente al narcotráfico.

Una de esas unidades vigiló ayer la entrada a la ría de Arousa y el entorno de las islas Ons y Cíes. Lo hizo desde lugares como Punta Faxilda, una atalaya perfecta para esta misión entre la playa grovense de A Lanzada y Portonovo (Sanxenxo). Se trata de un mirador estratégico desde el que se controla cualquier movimiento sospechoso en aguas del Atlántico y en la boca de las rías de Arousa y Pontevedra.

La silueta del camión resulta inconfundible. Se trata de un vehículo de gran tonelaje adaptado como estación de vigilancia en cuyo interior hay una sala de comunicaciones y seguimiento, con un radar que alcanza las 64 millas, una cámara térmica de visión nocturna capaz de ver a 20 millas y cámaras de detección de presencia exterior.

Hace prácticamente un año el Ministerio del Interior probaba en Galicia estos potentes radares móviles, similares a los que desde mucho antes se empleaban en el Estrecho de Gibraltar, tanto para luchar contra el narcotráfico –al igual que en la costa gallega– como para detectar episodios relacionados con la inmigración ilegal.

Ahora esta tecnología militar al servicio de la Guardia Civil y la lucha contra el narcotráfico parece plenamente operativa, y se antoja una medida eficaz para controlar las Rías Baixas y localizar cualquier tipo de embarcación que pueda trasladar droga o cargar depósitos de combustible con los que avituallar a otras naves en el transcurso de alguna operación de tráfico de drogas.