La conservera Charpo es otro de los iconos de la historia del narcotráfico arousano, como lo son el pazo de Baión o las espectaculares mansiones que en los años ochenta se construyeron los grandes contrabandistas de tabaco reconvertidos en capos del tráfico de drogas.

Charpo era el buque insignia, la cabeza del iceberg empresarial tejido por el patriarca de los Charlines, Manuel Charlín, y por algunos de sus familiares. Se trataba de una conservera dirigida con mano de hierro por sus propietarios, que no estuvo exenta de polémicas laborales.

Hasta que a principios de los noventa el juez Baltasar Garzón intervino ésta y otras propiedades vinculadas al clan vilanovés, para muchos el más fuerte y peligroso que conoció el narcotráfico gallego.

Tras la intervención judicial se inicia un proceso de lenta e inexorable decadencia de la nave, que se ve agravada en 1996, al producirse un grave incendio. A éste le siguieron varios más, en 2007, 2008 y 2009, hasta que la nave se convirtió en lo que hoy es: un depósito de escombros donde pernoctan indigentes y toxicómanos.

Pero el solar del edificio en el que se encuentra Charpo sí tiene futuro, y de hecho podría convertirse en el emplazamiento de una de las infraestructuras públicas más importantes de Vilanova: el auditorio municipal. El ayuntamiento lleva años suspirando por unas instalaciones donde puedan celebrar obras de teatro de cierta envergadura –y aprovechar así el tirón que significa ser la cuna de Ramón María del Valle Inclán–, y donde poder reubicar la biblioteca.

Y el equipo que dirige Gonzalo Durán ha puesto su atención en el lugar donde ahora se encuentran las ruinas de Charpo. Tras los rellenos portuarios –que permitieron habilitar un puerto deportivo, una nueva lonja y el gran parque de O Cabo– la zona de A Basella ha adquirido un enorme valor urbanístico, y el solar de Charpo conjuga dos factores que lo harían ideal para un auditorio, pues está cerca del centro urbano, pero en una zona donde sería viable habilitar aparcamientos.

Además, el futuro auditorio estaría casi pegado a uno de los dos institutos de Vilanova, de modo que sería una instalación próxima al mundo educativo.