El cielo dio tregua ayer a la celebración de las tradicionales fiestas de San Simón de Baión, en Vilanova. Las lluvias caídas durante la jornada del sábado que obligaron a la comisión a suspender la verbena desaparecieron para dar paso a una jornada cargada de actos litúrgicos, música de la tierra y, como no podía ser de otra forma, mucho "pulpo á feira".

Las carpas se llenaron al filo de las doce del mediodía por todos aquellos que quisieron degustar unas raciones adaptadas a los tiempos de crisis. Este año San Simón repartió pulpo a seis y a siete euros el plato que fue regado con el mejor "viño novo" de la tierra arousana. Sin trampa ni cartón. Todo con productos con sello saliniense.

Aunque muchos "agnósticos" prefieren el lado más profano de la fiesta, fueron cientos los que no quisieron perderse la tradicional procesión que, desde la emblemática capilla, recorrió parte de la concurrida PO-531, por suerte, sin incidentes.

Además, el templo permaneció abierto durante buena parte de la jornada para todos los que quisieron depositar la limosna en honor del santo más popular de Vilanova.

Los habituales a la última gran romería de la temporada en la comarca colapsaron Baión durante varios momentos del día, una situación a la que ayudaron las recientes obras de la circunvalación, que despistaron a muchos de los visitantes.

De todos modos no hubo excusa para los cientos de vecinos de O Salnés y de municipios aledaños, como Caldas o Barro, a la hora de disfrutar de la gran verbena con las orquestas Abanico y Panorama.

Aún así, y para aquellos a los que el largo fin de semana festivo les supo a poco, el nuevo campo de la fiesta de San Simón se viste hoy nuevamente de gala para celebrar la verbena prevista para el sábado y que finalmente tuvo que ser aplazada a cargo de las orquestas Gran Parada y Charleston.

La celebración de San Simón volvió a despertar el debate sobre la necesidad de buscar un emplazamiento más adecuado para los vendedores ambulantes que, año tras año, copan los dos márgenes de la concurrida carretera ocasionando no sólo colapsos y largas caravanas, sino también una gran peligrosidad para los peatones que no dudan en ocupar el centro de la calzada para desplazarse al carecer todo el vial de aceras o de espacios habilitados para el tránsito de las personas.