Agresiones verbales y físicas, amenazas y persecuciones. Éstas son algunas de las situaciones que la plataforma "Vecinos Antiviolencia" (VAV) quieren evitar. El colectivo, presidido por el arquitecto vilagarciano José Luis Recuna, se presentó ayer de forma oficial con la finalidad de ofrecer "asesoría y apoyo" a las personas que, por uno u otro motivo, son víctimas de amenazas por parte de sus círculos más allegados. La historia es más propia de "Crónicas de un pueblo" o de la Galicia profunda que todo el mundo prefiere ignorar y que parece increíble en una ciudad como Vilagarcía. Pero, al parecer, existen.

José Luis Recuna y otras personalidades vilagarcianas como el biólogo Alberto de Coo o el presidente de Cáritas de Vilagarcía, Francisco Javier Fernández, entre otros miembros de la Gestora denunciaron ayer casos concretos en el que ellos son víctimas de acoso y derribo por parte de sus vecinos.

"Clanes" familiares

Los miembros de VAV señalaron que en determinadas zonas existen "clanes familiares" que "hacen la vida imposible a sus vecinos por temas tan absurdos como los lindes de una finca o el uso de una determinada propiedad".

José Luis Recuna explicó que muchos de los miembros de la directiva "no podemos más y por eso hemos decidido unirnos para luchar contra este tipo de historias, porque parece que de forma individual, y aún poniendo denuncias en la Comisaría y en los Juzgados, no se consigue nada".

Los miembros de la recién estrenada plataforma acudieron a su inauguración con los deberes hechos y con ejemplos sobre la mesa. Explicaron dos historias que, al parecer y según sus palabras, sucedieron en Sobradelo y que, inciden, "se han vuelto insostenibles".

La secretaria de VAV, Beatriz Vila, explicó su caso alegando que "todo empezó cuando nos compramos un terreno para hacer una casa en Sobradelo" e insiste en que "desde ese momento nuestros vecinos nos han hecho la vida un infierno". Vila señala que "han intentado paralizarnos la obra de la casa cuando sabían que estaba con todas las licencias" e indica que "a día de hoy han construido una torre de vigilancia en su finca para controlar todo lo que hacemos".

El caso explicado por Floren Amoedo y Alberto de Coo es muy similar. Sus disputas con los vecinos de la finca aledaña se debieron, según ellos, "a que intentaban apropiarse de un sendero de servidumbre pegado a nuestro cierre". Esta coyuntura, explican, "los llevó incluso a rompernos el muro que habíamos construido para marcar donde estaba nuestra finca y a llamar a la Policía que no hizo absolutamente nada".

El presidente de VAV señaló ayer que todas estas vivencias han derivado, en muchos casos, "en situaciones depresivas agudas, en llantos constantes y en situaciones de ansiedad".

Todos los casos, "y hay más", dice, están denunciados en los Juzgados e, insisten, "lo hacemos públicos ahora porque es la única manera de que podamos acabar con estos individuos que parecen tener dos caras".