La procesión a paso ligero de la imagen del arcángel San Miguel, acompañada por los cabezudos, puso ayer el colofón a los cuatro días de fiestas del barrio de A Torre, que el miércoles recogió el testigo de Trabanca Badiña.

Un día después de los programado, se celebró ayer la subida de la imagen hasta el centro sociocultural donde se va a custodiar durante todo el año.

Han sido cuatro días intensos para todos los vecinos que han podido disfrutar no sólo del ambiente familiar que se disfruta en las casas sino también de numerosas actividades.

Ayer fue el día dedicado a los niños y es que era sábado, día no lectivo, en el que podían sacar rendimiento a los juegos que se llevaron hasta la plaza central de A Torre.

Hinchables, un futbolín humano, un ajedrez y el afamado toro mecánico hicieron las delicias de los pequeños durante toda la tarde. Y es que el tiempo respetó las fiestas hasta el último minuto, ya que la copiosa lluvia de la tarde se registró a eso de las ocho.

Hasta ese momento, los niños del barrio y también sus invitados disfrutaron de los saltos, los toboganes y de disputados partidos dentro del estadio de fantasía.

Sin duda no olvidarán esta jornada que pone fina unas de las fiestas más esperadas del año, no en vano los organizadores ya se ponen manos a la obras para preparar las del próximo año.

Y es que para contratar a las mejores orquestas gallegas y organizar actos para todos los públicos y edades hace falta un gran presupuesto que obtienen con las tradicionales poxas, la venta de rifas y la cuestación puerta a puerta que se lleva a cabo durante todo el año.

Otra de las peculiaridades de esta tradicional fiesta vilagarciana pasa por las tiradas de fuegos de artificio, si bien nadie es capaz de calcular cuál de los dos barrios que comparten festividad vence en ninguna de las ediciones.

Lo que sí quedó claro es que unos y otros saben hacer estruendo y consiguen que toda Vilagarcía se entere de que están en fiestas.