Secundino Castro dejó Vilagarcía y el mundo hace casi un siglo, en el año 1919. Su historia, como la de cualquier otro, transcurrió entre el trabajo y la familia, pero este hombre tuvo una obsesión que le acompañó durante sus últimos años y casi se ha convertido en leyenda familiar. Este vilagarciano, natural del barrio de San Roque, fue propietario del Pequeño Bar, establecimiento que después cambió de manos por razones ajenas al propio Secundino Castro.

Pero buena parte del dinero que ganaba gracias a su afamado restaurante no se quedó en su familia, sino que se escapó detrás de un sueño, o al menos de lo que entonces todos le decían que era onírico. Castro estaba prácticamente obsesionado por el tesoro de Doña Urraca, que la leyenda daba por enterrado en un túnel que unía su castillo en Lobeira con el mar. Tan claro era el mito que incluso se contaba que cuando la reina estaba sitiada, lanzaba pescado fresco al Ejército que la cercaba, para mostrarles su conexión con el exterior.

Dice su nieto ahora que se quedó “sin un céntimo” al marcharse día tras día a las ruinas del castillo en lo más alto de la montaña en busca, con sus propios medios, de un tesoro producto más del imaginario popular que de la historia. Pero el tiempo ha dado la razón -al menos parcialmente- a Secundino Castro, y su propia familia se ha mostrado sorprendida con las noticias publicadas por FARO en relación con la leyenda de este túnel.

Las obras del vial de acceso al puerto de Vilagarcía sacaron a la luz, hace algo más de 4 meses, un túnel antiguo -como mínimo del siglo XVII, según los expertos- que finalmente resultó ser una mina de agua que unía las faldas de Lobeira con el convento de Vista Alegre, ya en el núcleo urbano de Vilagarcía. Esta canalización está hecha en piedra y es de estructura abovedada, y por ella cabe con holgura una persona.

Lo mejor de todo es que la canalización está en buen estado, y las monjas del convento siguen recibiendo, de forma constante, el agua fresca de uno de los manantiales interiores de la montaña. El importante hallazgo arqueológico, que de inmediato fue inscrito en el registro autonómico de Patrimonio, sorprendió a muchos vilagarcianos, y es que no pocos tenían recuerdos de la existencia del túnel. En el pasado, antes del crecimiento de la ciudad, había partes de esta canalización que estaban al descubierto, y algunos de los vecinos más antiguos aseguraban incluso haber jugado en su interior. Ahora el avance del progreso ha sacado a la luz algo que navegaba entre las aguas de la historia y las de la leyenda. Y sólo queda esperar a ver como se gestiona este importante descubrimiento.