El Vilagarcía Arena ya no volverá a brillar hasta dentro de doce meses. Durante la jornada de ayer tocó deshacer lo construído en Fexdega, si bien la labor se realizó con la satisfacción de un nuevo éxito. Y es que el Vilagarcía Basket Cup dejó nuevamente huella en todos los que por el recinto se acercaron durante cuatro intensos días en los que la combinación entre deporte y espectáculo función una vez más.

Reunir por vez primera a ocho selecciones era el salto cualitativo que decidió emprender el Club Baloncesto Vilagarcía en la décimocuarta edición del Vilagarcía Basket Cup. La apuesta era arriesgada. Tocaba palpar nuevamente los límites de un evento sobre el que nunca se ha discutido su crecimiento y, por lo visto sobre la cancha y en las gradas, la fórmula goza de una envidiable salud.

En una cifra cercana a los 2.500 espectadores, la respuesta del aficionado no dejó indiferente a la organización. Llegados desde todos los puntos de Galicia, los espectadores volvieron a contrastar con su presencia la calidad de una cita que va camino de convertirse en todo un mundial oficioso de categoría júnior, a celebrarse cada dos años.

Fueron un total de 16 partidos y multitud de atractivos visuales para los allí presentes. Mención aparte merece el desarrollo del Vilagarcía Basket Cup Base, un torneo para las categorías benjamín, alevín e infantil que congregó a cerca de 1.500 jugadores que no sólo disfrutaron del baloncesto, sino que también fueron parte protagonista de todas las actividades que giraron a su alrededor como talleres de hábitos saludables, juegos, concursos...y demás sorpresas que la organización les tenía preparadas.

Fueron cuatro días sin tregua. Muchas horas en las que el parqué del Vilagarcía Arena siempre contó con un reclamo para los allí congregados. A cada pausa propia de un partido de baloncesto, respondía la perfecta maquinaria de entertaiment con un reclamo, ya fuese un concurso, una actuación del las Vigirls o las histriónicas apariciones de Suso o Chicui. Nada quedaba al azar para que el espectáculo no dejase de fluir ni un minuto.

Pero detrás de los que muchos disfrutamos durante cuatro jornadas, hay muchos días de preparación para que todo luzca como se merece.

La llegada de las primeras selecciones se produjo en la madrugada del pasado domingo. Había que recoger a la selección de Nueva Zelanda en el aeropuerto y trasladarla a su hotel. Y allí estaba la organización.

Los voluntarios volvieron a realizar una labor que rozó la perfección, respondiendo a todas y cada una de las muchas demandas de las selecciones participantes.

Megafonía, entradas, reparto de bocadillos, estadísticas, acreditaciones, traslados de los equipos, gestiones con los hoteles... fueron algunas de las funciones llevadas a cabo por los voluntarios, sin olvidarnos de la colocación y recogida de las gradas y el parqué que tan flamantes lucieron durante todo el torneo.

Ahora ya toca pensar en la próxima edición, concretamente la décimoquinta, y pulsar las fuerzas de una organización que, a base de ilusión, es capaz de situar a Vilagarcía con luz propia en el panorama baloncestístico mundial con un torneo que rompe barreras año tras año.

La fórmula del éxito no es ningún secreto. Capacidad de trabajo, atención sumamente cuidada y, como no, ganas de brindar un espectáculo recomendado para todas las edades. Vilagarcía se siente una privilegiada.