Parecía imposible. Pero no lo era. El cambadés Gonzalo Acha Cores ha vuelto a abrir su astillero de embarcaciones de poliéster, que un devastador incendio destruyó por completo durante la madrugada del pasado día de Navidad. Gonzalo Acha no tenía el negocio asegurado debido a los elevados precios de las pólizas para este tipo de actividad, de modo que en aquel momento muchos pensaron que no le quedaría más remedio que vender el solar, pagar sus deudas como pudiese y empezar de cero.

Pero sus amigos no dejaron que se rindiese e iniciaron una campaña para recaudar fondos; muchos empresarios se decidieron a echar un cabo; y también se mojaron políticos de todos los partidos...

Gracias a la colaboración desinteresada de docenas -tal vez cientos- de personas, el milagro se ha hecho realidad, y a partir de mañana Acha retoma la actividad con cinco obreros -el mismo número que tenía antes del incendio- y volverá a trabajar en las embarcaciones que estaba haciendo antes de aquella fatídica Nochebuena.

Muchas formas de ayudar

La solidaridad tiene múltiples caras. Se puede ayudar de muchas maneras distintas, y así quedó patente en esta historia. Manuel Rey, por ejemplo, fue el primero en abrir una cuenta bancaria para la recogida de aportaciones particulares y organizó campeonatos de cartas para recaudar fondos; Belén Rodríguez habló con Cáritas, y consiguió que esta organización realizase una recogida de donativos en las iglesias de media comarca; la administrativa de la Asociación de Empresarios do Salnés y la dueña del bar del polígono industrial de Sete Pías -donde tiene sus instalaciones el astillero de Gonzalo Acha- organizaron una cena benéfica; algunos de los trabajadores que se habían quedado en el paro tras el incendio, Francisco Javier Rebollido y Francisco Javier Pardo iban a ver a su jefe casi todos los días, lo animaban y lo arrastraban hasta la nave, donde había muchas obras por hacer...

Gonzalo Acha teme olvidarse de alguien, porque recibió la ayuda de muchísima gente. También cita a José Manuel Piñeiro, que le prestó sin coste alguno una grúa para poder hacer el desescombro y un camión para los trabajos de reconstrucción; a un herrero del polígono industrial, que le fió todo el material por adelantado y que no le cobrará la mano de obra; a la carpintería que le colocó las puertas; a la empresa de electricidad que le instaló la red a un precio especial... A todos los amigos y familiares que trabajaron en la nave sin pedir nada a cambio, incluso sábados por la tarde y domingos por la mañana.

Hasta los clientes se portaron bien -añade- puesto que a la mayoría no le importó esperar unos meses por sus encargos. También le apoyó mucha gente que apenas conoce, y que le llevó dinero a casa, que lo dieron en las iglesias o que se lo ingresaron en las cuentas bancarias abiertas por sus amigos.

El empresario cambadés calcula que recibió unos 7.000 euros, y señala que con este dinero ha podido ir pagando letras y parte del material utizado en la reconstrucción de la nave y fue tirando en casa, pues lleva unos cuatro meses sin ningún ingreso.

Gonzalo Acha se muestra enormemente agradecido con toda la gente que le echó una mano, y sorprendido por la respuesta que tuvo la llamada a la solidaridad que hicieron sus amigos el mismo 25 de diciembre de 2008. “Gracias a todas las pequeñas aportaciones que hizo la gente y a los ánimos recibidos, la empresa vuelve ahora a la actividad”, subraya.