Benito Doval Portas es un mejillonero de Vilanova que forma parte de Ansuíña, una pequeña asociación que vende su producto a través de Amesa, entidad que opera en la ría de Vigo y presidía Paulino García, que falleció hace un par de semanas. Ayer el vilanovés se convirtió en la enésima víctima de los sabotajes que se están registrando en el sector mejillonero.

"Mi único delito es trabajar de sol a sol y estar dentro de una asociación ajena a Pladimega, y parece que sólo por eso alguien decidió cortarme 240 cuerdas que tenía llenas de mejillón y 2.200 sacos que estaban colgados de la batea listos para ser vendidos en el mercado de Italia", relata sin contener el llanto este veterano bateeiro.

"Me arruinaron la vida a mí y a mi familia", añadía tras comprobar la magnitud del "atentado terrorista" que cometieron en su parque de cultivo unos saboteadores que como siempre actuaron de noche usando sierras y hachas, a los que Doval define como "delincuentes, cobardes y dictadores".

A su 51 años de edad, este hombre -casado y padre de un adolescente de 13 años- lleva toda su vida subido a las bateas, con las que se familiarizó desde niño de la mano de su padre.

"Mi mujer y yo vamos todas las mañanas a la batea, después de dejar al niño en el instituto, volvemos a casa a mediodía, comemos y por la tarde volvemos a trabajar, acompañados del chico", explica Benito Doval Portas. Con esto quiere decir que su familia trabaja "sin parar", a diferencia de otros "que trabajan sólo por las mañanas y después se pasan las tardes en la taberna planificando lo que van a hacer por las noches".

Se le nota dolido, y no es para menos. "No tenemos más fuente de ingresos que las bateas -tienen dos-, y ahora acaban de arruinarnos por completo los mismos que creen que todavía vivimos en una dictadura". Lo peor de todo, sostiene, es que "esto no conduce absolutamente a nada, y a estas alturas ya estamos peor que en los tiempos de Franco, pues entonces nos dedicábamos sólo a trabajar y lo hacíamos sin meternos con nadie, pero ahora, aunque algunos tratamos de seguir así, siempre viene alguien que quiere imponer sus ideas por la fuerza, y eso no es democracia".

Estima las pérdidas en unos 30.000 euros y duda que pueda recuperar la producción, pues en estos casos el mayor porcentaje del mejillón que acaba en el fondo de la ría se queda allí. No obstante, tras presentar denuncia ante la Guardia Civil, que lo acompañó al parque de cultivo por si había alguna prueba, contrató los servicios de buzos profesionales para intentar reflotar al menos una parte de los sacos de molusco.

"No me lo puedo explicar -declaró Benito Doval-; siempre hemos estado trabajando, sin meternos con nadie, y ahora unos cobardes nos arruinan la vida sin que el gobierno haga nada, pues los atentados van a más y nadie los frena".