Cualquiera que pretenda sacar una fotografía de la fachada de la iglesia de San Benito de Fefiñáns, en Cambados, desde la calle -unos metros más abajo del atrio- se encontrará con la desagradable sorpresa de que enfrente de la portada se yergue un poste de hormigón, del cual sale una tela de araña de cables eléctricos.

En los últimos años en muchos lugares se intenta que cada vez que se hace una obra nueva que exija el levantamiento de la calle se aproveche para soterrar los cables aéreos de la energía eléctrica y del teléfono. Pero hay ocasiones en que este tipo de actuaciones no deberían estar supeditadas a que se hagan obras en la zona o no.

O eso piensan muchos vecinos de Cambados, que se quejan del fuerte impacto visual que el cableado causa en muchas viviendas, monumentos, calles y plazas de la localidad, cuyo casco viejo está reconocido desde 2001 como Ben de Interese Cultural.

Sin ir más lejos, hace apenas veinte días, la asociación cambadesa "Unha Grande Chea" planteaba en su página web la necesidad de soterrar el tendido en algunos puntos de la localidad -al menos en aquellos de mayor riqueza patrimonial- y ponía como ejemplo de "feísmo" provocado por los cables precisamente el del poste de hormigón de San Benito.

Aunque un paseo detenido por el conjunto histórico de Cambados demuestra enseguida que si bien hay lugares en los que las líneas eléctricas ya están enterradas -como en la mayor parte de la avenida de Madrid o en la Rúa da Fonte de Fefiñáns- hay muchos otros puntos en los que siguen causando un fuerte impacto visual.

No lejos de San Benito, la Rúa Real aún se ve cruzada en al menos tres puntos por un grueso tendido; y la plaza de Francisco Asorey aparece surcada por otra maraña de plástico negro, que ni siquiera respeta la fachada del edificio donde se asienta la cafetería "Anduriña"; éste es un inmueble de inspiración modernista, y en su día fue sede del Casino de Caballeros, además de cobijar durante un tiempo al escritor Ramón María del Valle Inclán.

San Tomé y calle Hospital

También hay bastante cableado en la calle Príncipe -aunque menos "agresivo" que en la Rúa Real- y en otro de los edificios más emblemáticos de Cambados, como es el pazo de Montesacro -actual asilo- las líneas eléctricas y telefónicas que cruzan el barrio de San Tomé atraviesan su fachada de punta a punta, ciñéndose incluso a su balconada y a la portada de la capilla.

Tampoco se libran del mal efecto que provoca el tendido eléctrico aéreo la plaza de Ramón Cabanillas -donde se encuentra el "Baco" de Francisco Leiro- o la iglesia del Hospital.

Fenosa y la administración

Las obras de soterramiento del cableado eléctrico aéreo suelen ser acometidas mediante convenios entre la compañía eléctrica -en el caso de Cambados, es Fenosa- y las administraciones. Así por ejemplo, en diciembre del pasado año, la Diputación de A Coruña y Fenosa firmaron un convenio de colaboración para el soterramiento del tendido en algunos puntos de los cascos viejos de la provincia. En el caso de ese convenio, la Diputación costearía el 70 por ciento de la inversión; Fenosa el otro 30; y los concellos pagarían la obra civil. También es deseable la colaboración de las consellerías de la Xunta de Galicia.

La eliminación del cableado aéreo -también telefónico- de los conjuntos monumentales es también una reclamación constante de los expertos en patrimonio. Lo volvieron a solicitar en un encuentro que celebraron en Vigo en noviembre de 2007, y recordaron que esto ya está previsto en la Ley del Patrimonio Español de 1985.