A. Touriño / M. Méndez / VIlagarcía

El Ayuntamiento ha intentado en diversas ocasiones hacer cumplir el bando de ornato y limpieza, sobre todo los días de feria, martes y sábado, procurando involucrar a los ambulantes y vendedoras de la plaza de abastos en la conservación de esta zona en condiciones.

La medida está dando ciertos resultados, pero se limita al escaso perímetro del mercadillo tradicional, zona que desde hace años es baldeada dos veces por semana, por lo que su higiene está casi garantizada.

Sin embargo, y a modo de ejemplo, baste decir que la situación de las aceras, en algunos casos deplorable, constituye uno de los capítulos que más criticaron siempre, y siguen criticando, los ciudadanos de Vilagarcía y sus visitantes, pues la mayor parte de ellas precisan un barrido y una limpieza en profundidad.

En la práctica totalidad de las aceras del centro urbano hay numerosos restos y muestras del incívico uso de las mismas por parte de las personas, a lo que se suma la desagradable acción de los animales.

Chicles y colillas

Es complicado pasear por Vilagarcía sin encontrarse colillas, papeles, chicles y otros elementos arrojados al suelo por los viandantes, a lo que hay que añadir los abundantes desperdicios animales, especialmente deposiciones de perros, palomas y gaviotas.

En ocasiones anteriores se denunciaron ya las consecuencias derivadas de la proliferación de estas aves, que destrozan tejados y canalones de viviendas públicas y privadas, afectan a los patios de luces de determinados edificios y también causan estragos entre los paseantes y los clientes de los bares con terrazas.

Hay otro aspecto negativo que tampoco ha conseguido reconducir aún el gobierno local, si bien se trata de un problema endémico a las ciudades. Muchos ciudadanos siguen depositando los residuos sólidos urbanos sin respetar los horarios previstos, especialmente en horario nocturno, y otros vecinos y comerciantes tampoco respetan los lugares establecidos para ello, tirando residuos en plena calle o fuera de los contenedores.

Así las cosas, casi a cualquier hora del día pueden verse recipientes medio llenos con residuos orgánicos dentro y fuera, y también mobiliario viejo, colchones y palés de obra, que deslucen la imagen de las diversas calles del centro de la ciudad y, evidentemente provocan malos olores.

Esto se hace extensivo a lugares tan importantes como las playas de A Concha y A Compostela, donde repetidas veces se alertó del deterioro de edificios -especialmente de la decadencia del emblemático balneario- y de la proliferación de basura sobre el arenal, con mayor incidencia después de las noches de botellón.

A modo de conclusión cabe incidir en que vecinos y políticos se han quejado en más de una ocasión por la falta de limpieza de Vilagarcía, denunciando en muchos casos la escasez de barrenderos y, en otros, criticando que su trabajo se limite a algunas calles céntricas del pueblo, olvidándose de calles "secundarias" y de los barrios.