Fátima Frieiro / VILAGARCÍA

Los nubarrones de los últimos días dieron ayer una tregua a la capital arousana que, por la noche, lucía un cielo cubierto de estrellas. Fue, sin duda, el marco perfecto para el arranque de un festival de un género innovador y nunca visto hasta ahora en Vilagarcía. La gente llegó disgregada, pero consiguió abarrotar la calle Elpidio Villaverde que se quedó pequeña tanto por el numeroso público asistente como por la voz de los artistas invitados que llenaron cada rincón de la ciudad. Rosa Cedrón, Cristina Pato, Eva Carreras, Mutenrohi y Druida Danza, además de Dani Bellón y Diego Maceiras, consiguieron dar lo mejor de sí sobre el escenario y trasladar a los presentes el espíritu real del camino a Compostela. La ex vocalista de Luar na Lubre desbordó la emoción del público y supo conjugarse a la perfección con unos compañeros de elenco que representan a la perfección la unión de lo tradicional y lo moderno.

El espectáculo, tal y como prometía, discurrió entre la leyenda y la realidad con el caminante y el camino como verdaderos protagonistas. Empezó tarde, pero enganchó desde el primer minuto hasta el último.

Desde Roncesvalles, pasando por Pedrafita do Cebreiro hasta comulgar directamente con la majestuosidad de la torre Berenguela. El concierto, a través de sus artistas, consiguió que el escectador se sintiese propiamente peregrino, indefenso por el camino y testigo de las costumbres, lugares, gentes y peligros.

El espectáculo de ayer no sólo ofreció música o canto, sino danza, interacción y una de las historias de superación jamás contadas. Pese a los momentos de tensión, el público irrumpió en aplausos en varias ocasiones durante la noche premiando así el trabajo realizado por un equipo de más de veinte personas. Fue el aperitivo a un verano cargado de conciertos de lujo. Y lo mejor está por llegar.