Temo a los hombres que quieren convertir en realidad sus sueños. Les temo porque muchos de ellos son capaces de las mayores locuras con tal de darse la razón a sí mismos. No es que soñar sea malo, todo lo contrario, pero algunos hombres no saben separar la legítima aspiración de ver cumplidos de sueños con la realidad. Pienso en esto después de leer en los periódicos el ``mensaje´´ del lehendakari Ibarretxe colgada en la página web del gobierno vasco. Ibarretxe sueña con un País Vasco independiente y para ello no duda en equiparar el terrorismo de ETA con la acción de la justicia y de los cuerpos y fuerzas de seguridad, como si fueran cantidades homogéneas.

El lehendakari parece no querer comprender el funcionamiento del Estado de Derecho, pero en eso le pasa como a otros muchos políticos e incluso me atrevería a decir que incluso a determinados miembros de otras instituciones, incluida la judicial, que creen que las leyes hay que interpretarlas al albur del momento político. De manera que a Ibarretxe no le parece bien que a las nuevas acciones de ETA, a su ruptura de la tregua, se responda desde la ley, sino que el lehendakari parece preferir que se mire hacia otro lado a la espera de que los terroristas se avengan a razones. Por si fuera poco, vuelve a insistir en que en octubre de 2008 convocará una consulta en el País Vasco para saber qué quieren sus ciudadanos, como si éstos no se vinieran expresando a través de las urnas elección tras elección.

Verán, yo no creo que el lehendakari sea un hombre de mala fe, ni que lo que hace o dice sea para provocar más tensión ni más problemas a la política y a la vida de los ciudadanos, pero sí creo que su sueño de un País Vasco independiente, le está llevando más lejos de lo que debiera, como si pensara que del ``choque de trenes´´ puede salir algo. Ibarretxe sueña en voz alta y prepara un futuro donde la confrontación será su seña de identidad. Me temo que lidiar la próxima legislatura va a resultar una misión harto difícil le toque a quien le toque, a Zapatero o a Rajoy. El primero porque su política de engordar al nacionalismo separatista ha aumentado la tensión territorial, el segundo por la incapacidad que parece tener él y su partido para relacionarse desde el respeto y también el entendimiento con los nacionalistas. Ibarretxe está avisando, gobierne quien gobierne no se lo va a poner fácil.