Un modo de clasificar a las personas es según la regla, de las cuatro, que predomina en ellas. Hay gente cuyo afán en la vida es sumar, juntando voluntades o lo que sea, para lograr cosas. Otra gente tiende a restar, machacando a los que hacen cosas para que no se adelanten. Los hay cuya obsesión es multiplicar, haciendo que todo crezca como sea, sin medir medios ni calibrar tamaños. Y, en fin, no pocas personas se dedican a dividir, o fomentar divisiones, allí por donde pasan. No se trata, claro, de especies puras de humanos, y por lo general hay que hablar de mezclas, pero casi siempre predomina uno de los cuatro signos, que es el que al final manda en la conducta. Los que suman son buenos para la política; los que restan, para la crítica; los que multiplican, para la empresa, y los que dividen, para estar en el equipo contrario. Por desgracia, casi nunca está cada uno en su sitio.