Los datos que publica el Ministerio de Fomento han confirmado los peores presagios sobre la alta velocidad ferroviaria con la primera ciudad de Galicia. Vigo no tendrá conexión directa con Madrid por AVE, sino que los pasajeros de la ciudad y su área metropolitana que tomen el tren tendrán que pasar por Santiago, hacer la correspondiente parada, y de allí continuar a Ourense.

Con este supuesto, la conclusión del Sindicato Ferroviario de UGT es así de rotunda: es imposible viajar de Vigo a Madrid por Santiago en tres horas. Y es de justicia reconocer que UGT ha aportado las propuestas más acertadas, incluida la del trayecto directo Vigo-Ourense a través de Cerdedo, alternativo al que planeaba el ministro Alvarez Cascos, con una vía paralela a la actual de Renfe, por el Miño. Esta iniciativa la asumió el anterior Gobierno, pero la ha desechado la actual ministra Magdalena Alvarez, después de proponer una línea mixta de mercancías y viajeros.

Las previsiones de Fomento han causado indignación no sólo en la sociedad viguesa sino en todo el Sur de Galicia. Al rechazo unánime de los representantes políticos, económicos y sociales de la ciudad, se han adherido los ourensanos, dado que es trascendental para su economía que Ourense quede unida con Vigo en menos de media hora. El impacto se pierde con el acceso por Santiago. No habrá vigués ni ourensano que tome el AVE para trasladarse de una a otra ciudad. Vigo ha convocado un pleno específico sobre el AVE, y debería hacerlo también Ourense, que resulta aún más perjudicada.

No es aceptable que la zona más dinámica de Galicia, con una producción industrial comparable o superior a las áreas punteras del país, y que ha sido históricamente desfavorecida en su relación con el Norte, vuelva a quedar relegada, una vez más. Resulta aún más inaceptable por tratarse de un proyecto vital para el desarrollo del Sur, que necesita compensar la desventaja intrínseca de su ubicación periférica. Además hace inviable las sinergias de la captación de viajeros del Norte portugués, si se construye el AVE con Oporto.

Desde Vigo siempre se propuso que había que desarrollar el proyecto en "L" , es decir, el trazado de una línea directa de Ourense a Vigo que continúe a Santiago y A Coruña. O en su defecto, la doble línea a Vigo y A Coruña, similar a las dos autovías que unen Galicia con la Meseta. Aunque la doble autovía sólo fue posible por la confluencia irrepetible de dos presidentes de gobierno y autonomía, González y Fraga, en sintonía, y dispuestos a reparar la histórica deuda con Galicia en carreteras.

La solución en "T" para la alta velocidad, es decir, la línea Ourense-Santiago, con ramificaciones hacia A Coruña y Vigo, que es la que se pretende imponer, y está en construcción, es la peor opción.

Los eufemismos de la Xunta de que el tramo Ourense-Vigo a través de Cerdedo no es prioritario, pero al ser un proyecto con fases se hará en el futuro, son paños calientes para alimentar esperanzas vanas. La cruda realidad es que Vigo no tendrá AVE directo con Madrid, porque debe supeditarse a los intereses del Norte. Si esto no es relegar a la ciudad locomotora de Galicia, es ver el mundo al revés.

Por Vigo circula una máxima, desde que hace más de una década comenzó a hablarse de la llegada de la alta velocidad ferroviaria, que dice: si se tardan tres horas en llegar a Madrid, no es un AVE. Pues bien, no es un AVE lo previsto y la sociedad tiene que reaccionar con contundencia, porque está en juego el futuro del área metropolitana de Vigo y del Sur de Galicia.