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CLave de sol

Estado de crispación

La tendencia a poner el acento en aquello que nos conturba

Si hiciéramos un sereno repaso de ahora mismo a los titulares de prensa y una somera antología de informativos en radio y televisión es seguro que podríamos encontrar una mayoría relativa de noticias negativas. Y digo negativas en el sentido de enunciados que dan cuenta de problemas, conflictos, tensiones, desgracias, amenazas, peligros y, en definitiva, lo que siempre se ha entendido como malas noticias.

Desde la altura de la pirámide de edades -que ya casi es una pirámide al revés-, uno confiesa ser tentado a concluir que, en materia de buenas o malas nuevas, cualquier tiempo pasado, con reservas, puede que fuera mejor. Pero declaro que he rechazado tan mal pensamiento porque, al fin y al cabo, da lo mismo que sea mejor o peor en cuanto a su cuantía o dimensión para valorar por comparación lo que se nos presenta como más destacable entre lo que está pasando ahora. Que es suficientemente alarmante.

En esta profesión siempre se dijo que una buena noticia no es noticia. Y no es verdad en absoluto. Ponga el lector texto a la revelación de cualquiera de sus mejores deseos para valorar el aserto. Un premio, un ascenso, una mejora sensible para el pueblo, la reducción de un impuesto, una aspiración cumplida, un mejor horizonte vital para la gente sigue siendo noticia estimable. Ocurre, a pesar de lo dicho, que no se lleva interpretar el lado positivo de los hechos si lo hay. Con frecuencia es cuestión de matiz.

Una de dos: o vivimos un momento histórico en permanente estado de conflicto o nosotros, los encargados de divulgar lo que pasa por el mundo, ponemos el acento con preferencia en aquello que nos conturba y nos separa. Haga el lector la experiencia de evocar enunciados destacables de las últimas horas o días en prensa, radio y televisión sobre los temas más relevantes de la actualidad y convendrá en el incentivado prestigio de esa veta conflictiva, a veces discutible o ambivalente, de los materiales informativos.

Tomemos solo uno para el experimento: las reacciones en cadena por toda España contra la sentencia sobre la presunta violación colectiva perpetrada al parecer por los integrantes de la pandilla expresivamente conocida por "La Manada" en los sanfermines navarros. Con la curiosa característica de apoyar al único juez discrepante, ¡a favor de los presuntos!, de una condena que podrá gustar o no, pero es lo establecido y a la vez tiene recurso.

No es casualidad que muchos jóvenes hayan salido de inmediato y a la vez de manifestación en toda España para rechazar la decisión de los jueces, que hay que suponer ajustada a derecho, y como exigiendo sentencias a la carta a gusto del pueblo soberano.

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