Me contaba José Francisco Armesto, gran periodista y exdirector de FARO, que fue uno de los mejores conocedores de la vida y obra de Álvaro Cunqueiro, que cuando al escritor mindoniense le reprochaban cariñosamente que algunas de sus más hermosas historias solo tenían fundamento en su prodigiosa imaginación, solía defenderse alegando que "¡hay documento!". Y levantaba los brazos de forma teatral para dar más fuerza al argumento. Nadie nunca lo contradijo y menos aún buceó en archivos históricos para desmentirlo. Al fin y al cabo, fueran realidad, fantasía, o las dos cosas mezcladas a la vez, lo que importaba era la forma de contarlo y la delicia de compartir con él las prodigiosas sensaciones que brotaban de su cabeza. Que hubiera o no documento alguno para justificar el soberbio ejercicio literario era lo de menos.
Viene a cuento esta anécdota por la polémica que se ha desatado en España (y ahora también en Italia) a propósito de la supuesta falsificación, o concesión arbitraria, de títulos académicos a varios conocidos políticos del Partido Popular. Un escándalo que afectó principalmente a Cristina Cifuentes hasta el punto de obligarla a dimitir como presidenta del Gobierno de la Comunidad Autónoma de Madrid, como diputada de la misma institución, y también como secretaria general del PP madrileño. En un primer momento, la señora Cifuentes, con no poca desfachatez y muy segura de sí misma, dijo que todo estaba en regla y que había un documento que lo aclaraba todo. Pero los días pasaban y el documento principal no aparecía. Y los otros papeles que aparecían se acreditaron enseguida como falsificados o sospechosamente enmendados. Al final, la situación se hizo irrespirable y tuvo que dimitir.
Ahora, el documento que se busca es el del señor Casado, joven vicesecretario de Comunicación del mismo partido que acredita (de momento) una Licenciatura en Derecho y otra en Administración y Dirección de Empresa. Aparte de un máster como el de la señora Cifuentes y varias acreditaciones sobre supuestos cursos en universidades de prestigio de Estados Unidos, que luego se revelaron realizados en Madrid en poco más del tiempo que lleva pasar las pruebas del psicotécnico para renovar el carné de conducir. En este caso las sospechas se centran en la velocidad con que cursó los estudios (12 asignaturas en 4 meses) y la abrumadora mayoría de convalidaciones (22) de que gozó para alcanzar uno de esos títulos con solo examinarse de las dos restantes. Preguntado el rector de la Complutense sobre el asunto contestó que es "inusual pero no imposible". Vamos, que es una hazaña académica solo al alcance de superdotados. Lo que viene a confirmar aquello que dijo Fraga sobre la capacidad intelectual de los hijos de militantes del PP cuando arreciaban las críticas sobre la sospechosa facilidad con que aprobaban las pruebas de acceso a entidades dependientes de la Xunta de Galicia.
Pero no solo es España donde a los políticos les da por embellecer su currículo. En la Italia donde se fraguó un insólito pacto entre la Liga Norte y el Movimiento 5 Estrellas, el propuesto en principio como jefe del Gobierno, el profesor universitario Giuseppe Conti, alardeó de estudios en Yale, La Sorbona, Cambridge y otros prestigiosos centros cuando no consta registro de los mismos. Una vanidad idiota.
