Faro de Vigo

Faro de Vigo

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Temor al revulsivo

La difusión del programa del futuro Gobierno italiano ha sembrado inquietud oportunista en los mercados -perdón por redundar- y muchos mensajes de alarma en eso que, de modo impropio, suele llamarse instituciones comunitarias, cuando debería decirse a secas Comisión Europea. La Eurocámara, dividida y plural, no parece sufrir gran estremecimiento y el Consejo Europeo aún no ha tenido ocasión de pronunciarse.

Parece razonable que el futuro Ejecutivo de Conte -si sigue sobreviviendo a las tentativas de desprestigio vía currículum- abone titulares alarmistas. Ultraderecha y antisistema son dos conceptos que, aliados en una misma frase, ejercen fascinación hasta que los desgastan la realidad o el uso. Sin embargo, cuesta más trabajo entender la miopía del sanedrín burocrático de Bruselas ante los planes de un Gobierno que tal vez, y ojalá, pueda proporcionar a la UE la sacudida que tanto reclama.

Casi dos años después del referéndum del "Brexit" las aguas siguen tan estancadas en la UE como la víspera de la consulta. No ha habido movimientos para suavizar la austeridad. Tampoco ningún impulso democratizador -refuerzo de la Eurocámara, devolución de competencias- que ayude a rebajar las críticas a la burocracia de Bruselas. En consecuencia, se ha disparado el temor a que crezca el euroescepticismo en los comicios de 2019.

Pues bien, el programa del Gobierno Conte apunta a ambos objetivos, aunque sobre las reformas institucionales su margen es tan pequeño como mínimo es un voto entre 27. No ocurre lo mismo con sus proyectos de políticas sociales y rebaja fiscal, que previsiblemente dispararán el déficit de la tercera economía de la UE. Lo cual sólo puede conducir a sanciones de Bruselas o a abrir de una vez el debate sobre cómo superar la austeridad. Si esta fuera la opción, Bruselas debería agradecer a Roma haberse convertido en el tan esperado revulsivo.

Compartir el artículo

stats