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José Manuel Ponte

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José Manuel Ponte

Hermanados por la ciencia

La villa asturiana de Luarca y la navarra de Petilla de Aragón se han puesto de acuerdo para hermanarse dado que tienen en común haber sido la cuna de dos de los más grandes talentos que dio España en el terreno científico, como fueron don Santiago Ramón y Cajal y don Severo Ochoa Albornoz, galardonados con el Premio Nobel en Fisiología y Medicina en 1906 y 1959 respectivamente. La iniciativa partió del Ayuntamiento de Valdés (12.000 habitantes en el concejo y 5.000 en Luarca su capital) y fue muy bien acogida en el de Petilla, que solo tiene 36 habitantes censados. Y ahora se pretende extenderla a otras localidades europeas con el objetivo de fomentar el turismo cultural y científico que no todo va a ser venir a Iberia para tostarse al sol, beber y atiborrarse de paella en un chiringuito de playa.

He podido ver en los medios a los dos alcaldes, Simón Guardado y Florentino Aguas, dándose la mano muy satisfechos mientras hacen votos porque el proyecto prospere y sirva para atraer la atención de la trashumancia mundial. En un mundo dominado por la caprichosa tiranía de los medios de comunicación de masas, "poner a tu pueblo en el mapa" (aunque solo sea de forma fugaz) es una de las tareas principales para un regidor municipal moderno.

No conozco Petilla de Aragón, un curioso enclave navarro en territorio aragonés del que la leyenda dice que tuvo su causa en una partida cartas que perdió el rey Pedro II de Aragón frente al rey Sancho VII el Fuerte de Navarra, aunque la realidad apunta a que pudo muy bien ser un préstamo impagado. En cambio, sí conozco mucho de Luarca, y de sus atractivos turísticos, al ser la villa donde nació mi madre, se casó con mi padre, y vivió -y aún vive- una buena parte de mi familia. Una villa de la que hay que admirar la ingeniosa forma en que se urbanizó el estrecho territorio que atraviesa el río Negro serpenteando entre imponentes acantilados hasta el mar para conformar uno de los puertos más bonitos de la costa española. Y todo ello hermanando las grandes casas burguesas con las construcciones populares.

Hay mucho que ver en Luarca y a la lista de cosas interesantes se ha sumado últimamente el llamado Museo del Calamar Gigante o el espectacular jardín de la Fonte Baixa. Unir a todo eso, el recuerdo de Severo Ochoa y de Santiago Ramón y Cajal parece una buena idea y habrá que esperar a ver de qué forma se concreta. Porque con las buenas intenciones no basta. Un tío abuelo mío en el techo de un teatro que regentó la familia ordenó pintar este lema optimista: "A la culta juventud de Luarca".

El fomento de la investigación científica es una tarea pendiente en España y en señalar ese déficit estuvieron de acuerdo ambos premios Nobel. Dejó escrito Ochoa en el prólogo de la última edición de "Reglas y consejos sobre investigación científica", de Cajal, también titulado como "Los tónicos de la voluntad", que ese libro debiera de ser lectura obligatoria de todos los estudiantes de los últimos cursos de bachillerato. Una iniciativa, por ejemplo, que podría iniciarse en el Instituto de Luarca.

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