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Vedas y temporales, contra la pesca del pulpo

Se calcula en unos 4.000 los profesionales dedicados en Galicia a la captura del pulpo. A ellos hay que sumar los que, disfrazados de jubilados, deportistas y similares (furtivos todos ellos) recorren los roquedos en la "seca" producida por la marea baja para hacerse cada día con un sustancioso sobresueldo capturando un pulpo que no les corresponde.

Son muchos los profesionales del mar que en Galicia dependen en gran medida del pulpo para sobrevivir. Especialmente en una época en la que, como en los últimos meses, la flota se ha visto obligada a permanecer en puerto a causa de los fuertes temporales que han azotado nuestras costas. Para esos profesionales ya no sirve aquel remedio perentorio que la Xunta bipartita se había sacado de la manga para compensar el obligado amarre de las flotas a causa de que Neptuno y Eolo hacían de las suyas e impedían las embarcaciones faenasen.

El pulpo es, en buena medida, la fuente de ingresos que permite la supervivencia de buen número de gallegos que hacen llegar a los mercados, a los bares y restaurantes, a las conserveras, etc., un producto de alta estima referente fundamental de la calidad de los productos del mar de la comunidad.

Uno de los problemas que afectan a la Galicia pulpeira emana precisamente de la veda en la captura del pulpo: malo si no se veda y malo si se veda porque influye negativamente en otras pesquerías que la flota tiene como recurso para sobrevivir a la veda.

Por este motivo, entre otros, la Xunta debería recuperar, por un lado, el seguro frente a los temporales. Y, por el otro, las subvenciones que permitan vivir a un gran número de personas integrantes de la familia pescadora de bajura. Y tampoco sería malo que el Servizo de Gardacostas de Galicia, dependiente de la Consellería do Mar, mantuviese una activa vigilancia de los furtivos que se disfrazan cada día de jubilados y deportistas, muy aficionados ellos a aprovechar que los verdaderos polbeiros se ven en la obligación de no poder salir a faenar dejando a ellos el mercado libre, del que se aprovechan más de cuatro espabilados.

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