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Javier Sánchez de Dios.

Crónica Política

Javier Sánchez de Dios

La prioridad

Un día de estos, con mucha suerte, algunos de los que pugnan por ganarse la confianza de gallegas y gallegos, y varios de los que aspiran a mantenerla, se darán cuenta de que es preciso articular un orden de prioridades y se pondrán a la tarea de resolver primero los asuntos más graves. Que no es en absoluto algo sencillo, pero que para lograrlo se inventó la Economía Política, ésa del profesor Samuelson definió como el modo de resolver abundantes necesidades con recursos escasos, lo que exige establecer cuáles son las más graves y urgentes.

A estas horas, nadie debería dudar de que en este antiguo Reino hay cuestiones que no solo reúnen esas dos premisas, sino que lo hacen desde hace demasiado tiempo.Y en una clasificación lógica de atención, la primera de todas ha de ser la crisis demográfica y sus inevitables secuelas, porque es la que más en serio amenaza el futuro -casi a la vuelta de la esquina- progreso del país e incluso su existencia misma, al menos tal como se ha conocido hasta ahora. Son palabras mayores, es cierto, pero no las motiva la intención de alarmar, sino la de concienciar.

Verdad es que en los últimos tiempos se han multiplicado los avisos, y que la inmensa mayoría proceden de instituciones y/o personas de indiscutible autoridad. Pero la respuesta de los poderes que podrían ofrecerla adecuada ha sido tímida y vacilante, y en consecuencia en lugar de reforzar ha debilitado aquellas advertencias, al menos de cara a lo que ha dado en llamarse el público espectador. Siquiera por un argumento pedestre, pero habitual: "si los que deberían preocuparse no lo hacen, ¿por qué ha de hacerlo la gente del común?"

Mal asunto, efectivamente, por mucho que se minusvalore el razonamiento. Y eso se nota también en la falta una explicación suficiente y debida a los/as habitantes del Reino y en una especie de desidia que ha contribuido a crear un clima, arriba y abajo, en el que parece imperar la sensación de que "hay tiempo" para las soluciones. Y, de paso, a no advertir lo que decían los latinos acerca de que tempus fugit, sin que hasta el momento se haya encontrado el modo de detenerlo. Si acaso, lo que se inventó fue la manera de acelerarlo: otro mal asunto,

Por eso, aún a costa de incordiar, es precisa la insistencia acerca de que esta sociedad ha de reaccionar, y hacerlo cuanto antes y como un todo. Y caer en la cuenta de que esa crisis genera más daños actuales y potenciales que ninguna otra, y que puede agravarse todavía si no se afronta ya. Los últimos datos de sus efectos los recogía ayer mismo este periódico al destacar que las estancias hospitalarias de más de un mes de las personas mayores han aumentado en un 20%, un mes, lo que supone un gasto multiplicado. O sea, que la crisis demográfica afecta a todo un universo de servicios que cada vez son más costosos pero que hay que prestar. Y eso significa que es urgente anteponer su solución a otros asuntos sin duda importantes, pero menos, como la transferencia de la AP-9 o dedicar más recursos a la recaudación en multas por incumplimiento de la Ley de Protección de los Animales. Por una razón: la prioridad de la gente sobre todo lo demás.

¿No?

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