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El acosador escolar

El acoso escolar es un problema que ha crecido exponencialmente. En Argentina en el año 2013, se instauró el 2 de mayo como Día Mundial contra el Acoso Escolar, por iniciativa de la organización "Bullying sin fronteras". En España, el Senado declaró también ese día institucionalmente.

Desde siempre, la violencia entre iguales, se viene generando en las aulas con hechos que evidencian el acoso. Son apodos, insultos, miradas, empujones, risas, comentarios sobre la víctima realizados por el acosador, y muchos otros comportamientos destructivos a solas o compartido con algunos compañeros, convirtiéndose en cómplices de las maldades.

El acosador escolar, aunque a primera vista no llame la atención por trastornos de personalidad o enfermedad mental, es evidente que presenta alguna psicopatología. Es común en él la ausencia de empatía e inteligencia emocional, y es frecuente que sufra alguna o varias distorsiones cognitivas.

Sin embargo entre los profesores suele existir la incredulidad, no conciben que ese alumno tan majo, a primera vista, sea capaz de agredir psicológicamente a otro cuando no es observado. Así el acoso es más difícil de ser interrumpido. Y ha llegado la hora de la implicación de los profesores, en lo posible, puesto que se desarrolla en el centro escolar (y fuera también), y pueden intentar quitarse la venda y descubrir lo que hay detrás, ya que es obvio, que el acosador escolar no desea ser pillado en sus fechorías por los profesionales del centro.

En principio, es conveniente creer a la víctima mientras se investiga el caso. Por ello los profesores necesitan conocer el perfil de los acosadores para gestionar la situación. Son alumnos manipuladores, mienten y utilizan el chantaje con sus víctimas, siendo hostiles y fríos.

Con su escasa inteligencia emocional, carecen de autoconocimiento, habilidades de introspección y frecuentemente son impulsivos y sin control. En ellos predomina la emoción de ira, con explosiones de rabia. Un tipo de pensamiento común en estos alumnos es el rígido y dogmático, y con importantes carencias de comunicación, siendo el intercambio de ideas, el consenso, el diálogo, la diversidad y la democracia, algo imposible para ellos.

La única verdad es la suya y lo demás está mal, los otros se equivocan. Con personalidad autocrática, el único que está en lo cierto es él. Su baja autoestima les lleva a sentirse crecidos y superiores al buscar víctimas débiles a las que atacar, compañeros inseguros y tímidos, y ensañándose con ellos al dar rienda suelta a su necesidad irrefrenable de controlar y dominar a los demás. Ellos están atados por su odio y enfado. Utilizan amenazas y venganza, así acaban sometiendo y controlando a los acosados.

Disfrutan aplicando su violencia y sintiéndose respetados y temidos por otros. Y es que aman y les estimula la violencia. También están presentes en ellos algunos rasgos de personalidad antisocial. Desafian las normas y practican conductas irresponsables, aunque a veces les interesa fingir, manipulando, que son los mejores y se portan aparentemente bien.

Les gusta disfrutar humillando a sus víctimas ante los demás, mientras ellos se sienten fuertes y poderosos del daño que ejercen. Siempre echan la culpa de sus fracasos y errores a otros, pues los acosadores buscan chivos expiatorios. No suelen tener capacidad de autocrítica, como consecuencia de su escasa inteligencia emocional y relacional, viven proyectando su baja tolerancia a la frustración en otros. No pueden estar de forma pacífica, respetando la diversidad humana y a la vez pudiéndose enriquecer de ella. Con su enfermedad de la intolerancia, están llenos de prejuicios, de comportamientos racistas y sexistas. Los acosadores son al fin, personas que necesitan ser tratados por especialistas en salud mental. Y realizando su terapia, representará la salida del infierno, su auténtica evolución, y poder así disfrutar de más paz y libertad.

(*) Psicóloga

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