El color azul pintaba un nuevo día en Vigo. No había blancos, ni gestos o caminos en el cielo. La ciudad se enfrentaba a un enorme lienzo vacío. Las hojas de los árboles se acariciaban de verdes y el paisaje se reía en el aire. Abrí la puerta oxidada de mi estudio y vi el sofá de rombos que me regaló Marcos, y sentadas sobre él pequeñas pinturas de colores intensos, naranjas, rosas y amarillos. Al abrir las ventanas el balido de los corderos se mezcló con la música que siempre me acompaña. Llené el cubo con agua y al sumergir una de las brochas se formó una nube que daba vueltas sobre sí misma. Me senté en el suelo ante uno de los papeles de 100x70 que compré en la tienda de Paco, casi inmediatamente noté una brisa, su presencia, venia a pintar conmigo. ¿Ves que fácil? En el momento en que cogí la brocha tuve su movimiento. Me mostraba el vertido, la curva, el ritmo y el círculo, sentí el pulso de su pintura. Esa mañana mágica concluimos tres papeles y dos lienzos de pequeño formato, amarillos. Después me besó de azul y noté cómo se iba. Fui a la ventana y vi moverse las copas de los árboles. En el cielo había una veladura del sol.

Al día siguiente volví a estar solo en el estudio, en mi viaje... Ahora, Berta, ya no me preguntarás si tengo una estrategia, o me avisarás de un pequeño despiste en alguno de mis cuadros, ya no te acercarás con cariño y ternura a mis hijas, ya no avisarás a Asunta de que estoy sin galería... Los que te conocimos tuvimos mucha suerte de disfrutar de tu presencia y solidaridad. Qué importante es admirar y valorar el talento e inteligencia de los demás.

Te conocí en los ochenta, en el tiempo feliz, con Mancho y Malena en Baiona, con Juan de la Colina, Tono Carbajo, Lita Mora, y tantos amigos que todavía seguimos creando entretenidos, mientras el tiempo nos lleva en escoba por lugares surrealistas de la España indiferente. Recuerdo el verano pasado que nos decías que te daba miedo el futuro, sentirte sola y desamparada por un sistema injusto, jardinero ignorante que poda por igual y desperdicia tantos talentos.

Berta, te volveré a ver en la superficie del mar, en el sol que explota de color y pellizca el horizonte, en las nubes grises, en el impulso del vendaval, en tu magnífica obra. Adios Bertiña, un día fuiste viento impetuoso y me besaste.

Siempre en mi memoria, siempre en el corazón.

* Pintor