Uno de los puntos por los que la UE no es un estado como los Estados Unidos es que no tiene un sistema fiscal. Y la fiscalidad del impuesto de sociedades es muy diversa. En Irlanda, del 10%, en otros países, del 25 o 30%. Pero además Irlanda ha basado su notable crecimiento en atraer inversiones no solo con sus bajos impuestos sino con negociaciones discretas con algunas multinacionales que los rebajaban todavía más. Así, Google tributaba a tipos de derribo.

Pero en agosto del 2016, la comisaria danesa de competencia, Margrethe Vestager, que antes fue ministra del pequeño partido social-liberal, concluyó una investigación sobre los favoritismos fiscales de Irlanda dictaminando que a Google se le había evitado pagar muchos miles de millones de impuestos. E impuso una sanción ordenando pagar la friolera de 13.000 millones a Irlanda.

Fue un hito en la marcha de Europa hacia la unidad fiscal y en la lucha para que las grandes multinacionales no lograran sortear el pago de impuestos. E indirectamente dando mayores ingresos a los estados para sus políticas de igualdad. La sanción de Vestager a Google levantó gran polvareda y grandes expectativas.

Pero Google y el Gobierno de Irlanda recurrieron la sanción ante los tribunales europeos y la multinacional evitó así el pago de los 13.000 millones. Vestager recurrió la táctica dilatoria y ello ha acabado forzando a Google a llegar a un acuerdo con Irlanda para empezar a pagar. Como la sanción no es firme se ha estipulado una solución intermedia.

Google empezará a pagar con rapidez en varios plazos, pero el dinero -cuyo destinatario final está sub iudice- será ingresado en un fondo independiente que lo invertirá con criterios de prudencia. Si al final la sentencia es favorable a la sanción de la Comisión Europea, el monto acumulado ingresará en las arcas del estado irlandés. En caso contrario será recuperado por la multinacional.

Es un paso relevante en la lucha contra el dumping fiscal practicado por algunos estados -en este caso Irlanda- que se beneficiaban. El paso es de calado. El PIB irlandés creció el año pasado nada menos que un 7,8% pero, según un informe del FMI, la cuarta parte se debió a las exportaciones de iPhones. Para Irlanda atraer inversiones con tasas impositivas bajas ha sido un buen negocio. Ahora el invento empieza a tener límites.