La toponimia es la que estudia el origen y significado de los nombres de los lugares, y en estos últimos meses se ha puesto de moda la toponimia, debido al interés municipal por recuperar la toponimia y con la loable intención de sacar a la luz los antiguos nombres de los lugares del municipio, que con el paso del tiempo se han ido perdiendo y han ido cambiando su denominación sustituyéndolos por otros.

Los nombres de los lugares se han ido afirmando a lo largo de los tiempos, y tienen mucho que ver con los distintos pueblos y civilizaciones que, a lo largo de la historia, han pasado por nuestra tierra, dejando una impronta importante en los nombres de los lugares, que han llegado hasta nuestros días, y de ellos se pueden extraer mucha información. Así en nuestro municipio y en nuestra ría existen muchos topónimos de raíces griegas, dejando claro que la presencia, en algún tiempo, de la cultura helena en nuestras tierras fue un hecho.

Y así nos lo hizo saber el profesor José Torres Martínez, autor de la única obra sobre la historia de Marín, donde dice que la toponimia reafirma la localización griega en nuestra ría, y recoge una serie de nombres con clara ascendencia griega.

Así podemos citar como ejemplos los nombres de Tambo, Tenlo o Tombo, y a lo largo de nuestra ría, lugares como Limens, Camouco, Fagilda, Melide, Sines, Udra o también Bon, Hermelo, Beluso, Bueu, Hio, Ardan, Gagan, etc., etc. Así como también el padre paúl don Eligio, publicó un trabajo sobre los topónimos de nuestra villa, que cualquiera puede consultar.

Por la importancia de este pasado histórico, que no debemos borrar, sino recuperar, en varias ocasiones hemos solicitado la necesidad de la recuperación de los nombres propios de lugares, y sobre todo aquellos que son más cercanos y de uso diario, que por diversas razones han ido mudando por la costumbre de cambiar las denominaciones de los lugares.

Así tenemos en nuestra villa lugares como "a granxa da Costa" o La Granja, como históricamente se le denomina, que nuestro ayuntamiento aceptó, de hecho, cambiar por el vulgar de "la Finca de Briz", que a decir verdad no tiene ni pies ni cabeza, e incluso hizo figurar este nombre en carteles direcciones y folletos, que tergiversan la realidad histórica de las cosas, sin sentido alguno y que nadie se le ocurre rectificar, y es necesario hacerlo por dos cosas: primero porque contradice la historia y deforma sustancialmente la realidad, y segundo porque la denominación de "Finca Briz" no tiene sentido alguno, porque lo único que recoge es que vivió en ella esa familia, pero nada más, por tanto no existen razones para cambiar su denominación tradicional.

Lo mismo ocurre con el río de La Lameira, o Lameira, que no se sabe por qué aparece muchas veces, y es voz popular, con el nombre de río Lameiriña, seguramente por su exiguo cauce o por utilizar una forma cariñosa, pero igualmente inexacta.

Por lo tanto, desde este comentario, queremos dar la bienvenida a este intento de recuperación de la toponimia histórica, como ejemplo de un pasado que a todos nos atañe y a todos los marinenses nos identifica.