Papá, qué alegría poder contarte el éxito de tu exposición. Tú que creaste mundos imposibles más allá de la razón, mundos que empapan el alma de todo el que ha contemplado tu obra. Mundos que transforman la mirada, la percepción, desmembrando la realidad en formas ascendentes, armónicas, que se entrelazan unas con otras hasta el infinito, a lo más alto de las montañas. Papá, cuantas montañas hemos subido, que recuerdos€ Tu mirada fija, serena, escrutando la lejanía, el horizonte borroso. Nos queda tu energía, tu sombra pegada a la piel.

Puedo abrir las ventanas al mundo de tus cuadros, puedo asomarme y sentir la fuerza del viento fresco en mi rostro, transformando las formas, rompiéndose y reconstruyéndose unas con otras.

Veo tu mano ágil, segura, fuerte en el trazo, bailando al son de la música como en un cuento mágico, y tú la dejabas ir, no la dominabas, dibujando el aire, bajando a lo más profundo de la tierra a través de surcos desgarradores, comunicándose con volcanes en erupción que se difuminan en un cielo sin fin.

Y cuánto cariño€ el calor de todos los que han colaborado en este proyecto, que te han llevado en volandas, que lo han hecho con el corazón, con furia para mantener tu recuerdo.

Los niños papá, los niños€qué bonito, visitas de grupos de escolares que se han llevado un trocito de ti.

Y la familia, sin palabras€

Gracias a todos.

¡Cómo te hubiese gustado verlo! Quiero trasmitir en tu nombre mi emoción porque sé que sería la tuya, y prometo que seguiremos trabajando para mantener viva tu memoria. No puede quedar solo en esto, no puede, no debe. Seguiremos exponiendo, proponiendo el premio Antonio Quesada de pintura y muchas cosas más.

Tu cuerpo ya no está, pero cada mañana me asomo a una ventana distinta, la abro con ilusión, transformo los días grises en vivos colores y puedo sentir tu fuerza en el aire que respiro.

Gracias papá.