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Joaquín Rábago.

Siempre los rusos

No contentos al parecer con culpar a Rusia de envenenar a espías y apoyar a dictadores que gasean a sus pueblos, Londres y Washington nos asustan de nuevo con los ciberataques de piratas informáticos del país de Putin.

Hackers supuestamente a órdenes directas del Kremlin se infiltran en los sistemas informáticos de gobiernos, empresas, ciudadanos para manipular elecciones, robar secretos industriales o simplemente generar confusión.

Los ciberpiratas penetran en los enrutadores, acceden así al flujo de datos, lo que les permite manipular los mensajes y redirigirlos hacia servidores que controlan. O hacerse con las contraseñas y entrar en el corazón mismo de la red.

Si, por ejemplo, logran controlar los enrutadores de una gran empresa química, pongamos por caso, pueden falsear las informaciones que por allí circulan y enviar a los sensores mensajes equivocados, con lo que se crearía el caos.

Al mismo tiempo pueden los ciberpiratas, nos advierten Washington y Londres, entrar en los ordenadores personales de los ciudadanos, hacerse con la contraseña y operar a voluntad con sus datos personales.

La pregunta que hay que hacerse, que se hacen también algunos medios en Alemania, entre ellos el diario "Süddeutsche Zeitung", es a qué vienen ahora esas alarmas transatlánticas.

Que hay ciberpiratas infiltrándose en todo tipo de redes es algo que sabemos desde hace tiempo. Ya se habló de cómo influyeron supuestamente en las elecciones de EE UU y en el referéndum británico sobre el "Brexit".

Por cierto que en esas manipulaciones electorales tuvo un papel central, según sabemos hoy, la empresa Cambridge Analytics, que no es soviética, sino británica. Y que obtuvo además los datos que sirvieron para sus manejos de la red social Facebook, la cual no está tampoco en el Kremlin.

Y por supuesto que hay que culpar solo a los rusos: también los servicios occidentales se valen continuamente de métodos similares. Si no, que se lo pregunten a Edward Snowden, que avisó al mundo de los programas de vigilancia masiva de EE UU.

"Nada hay de nuevo en todo eso. Desde hace años hay quienes tratan de introducirse subrepticiamente en las infraestructuras de las redes. Es algo que ocurre diariamente", afirma Ralf Benzmüller, de la empresa de seguridad informática G-Data.

La cuestión es mantener asustados a los ciudadanos porque así será mucho más fácil que acepten sin rechistar mecanismos de control y vigilancia cada vez más intrusivos.

Y de paso alimentar la tensión con Rusia, que tanto gusta a las empresas del sector de la defensa. A las de ambos lados.

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