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José Manuel Ponte

inventario de perplejidades

José Manuel Ponte

La verbena de la Paloma

El caso de la señora Cifuentes

"Excusatio non petita accusatio manifesta" reza el viejo aforismo jurídico. Y cuando las excusas no solicitadas se repiten sin cesar, y además son contradictorias entre sí -como en el caso de la señora Cifuentes- debemos caer en la fundada sospecha de que alguna irregularidad grave se oculta tras tanto desmentido. Esperábamos todos (incluidos los de su partido) que su última comparecencia ante los medios sirviese de escenario para anunciar su dimisión como presidenta de la Comunidad de Madrid pero nos hemos vuelto a equivocar. Porque la señora Cifuentes se ha enrocado en una nueva versión sobre su inocencia en la concesión graciosa de un título universitario de cuya existencia parece no haber pruebas. La Universidad Rey Juan Carlos I solo encontró unas actas, posiblemente falsificadas, sobre supuestos exámenes y supuestas exenciones para acudir a clase, y doña Cristina no encuentra el trabajo de fin de curso que al parecer se ha perdido. Todo confuso, todo enredado y todo lamentable.

Pero la última excusa bordea el absurdo y roza el esperpento, al anunciar la todavía presidenta que ha dirigido una carta al rector de la Universidad en la que le comunica su propósito de renunciar al título graciosa e irregularmente concedido y eliminarlo para siempre de su currículo. Al mismo tiempo, pide públicas disculpas al resto del alumnado que no pudo gozar del mismo trato de favor y tuvo que emplear dinero y esfuerzo en conseguir un título equivalente. Luego, se reafirma en su deseo de no dimitir de su cargo porque entiende que no ha hecho nada ilegal y además goza del apoyo de su partido y de su presidente Rajoy que, como es su costumbre, no ha dicho todavía nada a la espera de que sea la propia señora Cifuentes la que le entregue su cabeza en bandeja de plata.

La maniobra es arriesgada pero pocos esperan, realmente casi nadie, que la nueva excusa sirva para resolver la crisis política sin cobrarse víctimas de alguna importancia. Incluyendo en la lista del patíbulo al rector de la Universidad Rey Juan Carlos I. Si hemos de dar alguna credibilidad al testimonio de doña Cristina, fueron docentes de ese mismo centro los que se dirigieron a ella para ofertarle el título dándole de paso todo tipo de facilidades para obtenerlo. Entre otras, no asistir a clase, no examinarse y no entregar el preceptivo trabajo de fin de curso. Un trato de favor que en ningún caso puede entenderse como exagerado si tenemos en cuenta que por aquellos años ella ya desempeñaba el cargo de delegada del Gobierno central, estaba muy ocupada y apenas le quedaba tiempo para estudiar. En esas circunstancias, de extrema exigencia, díganme qué alumno, entre los miles matriculados en la citada universidad, reuniría más méritos que ella para gozar de tales apoyos. Lo que acontece, desde hace años, en la gobernanza de Madrid me recuerda la famosa zarzuela de "La verbena de la Paloma", aquella que protagonizaban, entre otros personajes, el veterano boticario Don Hilarión y dos chulapas, la Casta y la Susana, una rubia y otra morena. Don Hilarión es Rajoy y las dos morenas disfrazadas de rubias la señora Aguirre y la señora Cifuentes. Solo falta ponerle la música.

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