Esperpento es el ridículo a la enésima potencia y es lo que está ocurriendo en Cataluña, es un dislate de tremendas consecuencias.

Yo estuve en Barcelona estudiando y trabajando a finales de los 5O y principios de los 60 del siglo pasado.

Tengo grandes recuerdos de mis años en Barcelona y tenía una pandilla de amigos formada únicamente por catalanes que estaban empezando su carrera profesional: abogados, profesores de instituto, ingenieros, en la que nos reuníamos los viernes de nueve a doce de la noche. Conmigo estaba también mi íntimo amigo redondelano Chano Giménez Mandado, compañero de trabajo en aquel desafío de vender camisas en Cataluña.

Hablábamos de lo divino y de lo humano y nos contábamos nuestra experiencia profesional. Recuerdo a mi amigo José María Lamarca, abogado, que nos contaba historias apasionantes como abogado de oficio en el juzgado de Barcelona.

Teníamos otra pandilla de amigos gallegos, vascos y un amigo de Ceuta que cantaba muy bien y hacíamos un coro muy apañado. En el verano, los sábados a la hora de comer nos marchábamos a la Costa Brava y allí nos pasábamos la tarde en bares repletos de gente joven y sobre todo extranjeros y así estábamos hasta altas horas de la noche. Para ahorrar nos íbamos a dormir a la playa y a las ocho de la mañana nos dábamos nuestro primer baño. Toda la mañana la pasábamos en la playa disfrutando del clima y del ambiente. A las dos de la tarde nos íbamos a comer a uno de los muchos restaurantes que había cerca de la playa. Comíamos con calma y a media tarde nos volvíamos a Barcelona.

Mis años de Barcelona son inolvidables. En nuestro despacho los fines de semana en invierno reuníamos a un grupo numeroso de gallegos recién terminadas sus carreras y formamos la juventud universitaria gallega en Barcelona. En estas xuntanzas, al final cantábamos el himno gallego y había dos policías secretos jóvenes que nos decían que cantáramos " baixiño porque nos comprometéis". Era la época del general Franco en que era peligroso cantar "que din os rumorosos".

Los separatistas catalanes se han dado cuenta que no tienen nada que hacer: ellos han confundido los sentimientos con la realidad. Europa nunca reconocerá a Cataluña como estado independiente, la razón fundamental es que pasaríamos de 27 países de la Unión a 100, y esto sería ingobernable.

A los separatistas solo les queda hacer ruido e interrumpir por horas las autopistas o intentando asaltar las sedes del gobierno central o los consulados de Alemania.

El presupuesto presentado por el gobierno de Rajoy ha favorecido de una manera escandalosa al País Vasco. Los vascos están presionando a Cataluña para que propongan un candidato limpio de cárcel y de sentencias pendientes. Ya está bien de perder turistas, de perder empleos, más de tres mil empresas se han marchado de Cataluña.

La sensatez tiene que volver, Cataluña necesita España y España necesita Cataluña, seremos todos más fuertes y más prósperos.

Que Dios reparta suerte.

*Miembro del Club 55