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Para cambiar

Pobres en el mundo

La desigual mejora de la riqueza de la humanidad

No cabe duda alguna que el mundo ha progresado de una manera clara en los últimos 40 años, lo que se ha materializado en un continuo aumento de la esperanza de vida, la progresión de la medicina y sus avances, la erradicación y exterminio de enfermedades anteriormente mortales, el arraigo y extensión de las libertades, la democracia y los derechos humanos, la incorporación de países y poblaciones al llamado estado de bienestar, la disminución de conflictos armados (cada vez hay menos guerras), la ingente generación de riqueza, pues nunca ha habido tanta producción de bienes y tanto dinero disponible en la historia de la humanidad, además de otros logros y conquistas en estas cuatro décadas, en parte gracias a la globalización.

Este proceso continuado -a pesar de algún episodio que ha supuesto un frenazo como la crisis del 2008 que ha durado un lustro- nos produce la sensación generalizada de que el mundo va prosperando y de que esa mejoría llega a todo los habitantes del planeta. Esta es la percepción que tenía y plasmaba en sus obras Fukuyama en el año 1994 cuando decía que la democracia, las libertades y la bonanza económica se extenderían inexorablemente por el orbe. Yo también lo creo; pero claro, la cruda realidad es que la cosa no avanza igual para todos ni llega con un reparto justo y equitativo.

Aunque soy bastante contrario a soltarles números y porcentajes, en esta ocasión no me queda más remedio que hacerlo para que ustedes se hagan una idea de la evolución de algunas condiciones de vida de la humanidad. Seguramente no somos conscientes de que el hambre es la principal causa de mortalidad en el mundo actual. También es posible que ignoremos que el 45% de la población, o sea 3.100 millones de seres humanos, vive con menos de 2,5 dólares al día (1.300 viven con 1,50). Es más, el 80% -¡ojo a la cifra!- de los seres humanos vive con menos de 300 dólares al mes. Estas cifras contrastan con aquella de que el 0,8% de los habitantes del mundo posee el 45% de la riqueza. Probablemente tampoco tengamos presente que 900 millones de seres humanos pasan hambre en su más cruel concepto, y que 22.000 niños mueren al día a causa de la miseria. Para que nos ilustremos un poco más, les diré que más de 850 millones de personas no tienen acceso al agua y 1.600 millones viven sin electricidad. Creo que estos guarismos son suficientemente elocuentes, así que para no cansarles, no deprimirles ni crearles algún sentimiento de culpabilidad, no continúo dándoles más datos acerca del desequilibrio e injusto reparto de los bienes en este mundo que habitamos. Creo que es fácil concluir que, efectivamente la humanidad va hacia adelante y mejora, pero para una gran parte de la población lo hace muy lentamente, mientras que esa prosperidad para otros va como un cohete. Lo que no creo es que esos desequilibrios tan abismales sean buenos para el futuro floreciente, libre y democrático que deseamos.

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