A juzgar por lo que dicen las estadísticas poblacionales, resulta evidente la necesidad de iniciativas viables para luchar contra la crisis demográfica de Galicia. Y, en ese sentido, han de celebrarse las anunciadas por la Xunta para fomentar el retorno de emigrantes y sus familias -hasta 20.000 en una primera fase- para compensar al menos en parte los índices negativos que este antiguo Reino padece desde hace demasiado tiempo. El gobierno autonómico sabe que esa no es la solución, pero sí puede ser una parte de ella y, por tanto, nada hay que reprocharle.

Dicho eso procede añadir de inmediato que aquella crisis no puede afrontarse solo desde una perspectiva regional: se trata de una cuestión que afecta a un nivel mucho mayor y que, en todo caso, su abordaje habrá de hacerse desde la coordinación. Pero no con la unificación de las políticas, porque el problema afecta de modo diferente -aunque el origen resulte común- a los países que, por ello, han de desarrollar sus propias estrategias. Que, y no está de más insistir, han de ser coordinadas, lo que es posible, verbigratia, en la Unión Europea. Sobre todo si se pone a ello.

En términos de Galicia, que tiene una deuda histórica con sus emigrantes, facilitar el retorno de quienes quieran hacerlo habilitando diferentes -e importantes- tipos de ayuda es, de algún modo, una obligación moral. Que puede, y eso espera la Xunta, producir aquí también un beneficio material: quienes vuelvan aportarán, a buen seguro, ideas nuevas e incluso otra cultura vital y/o laboral que enriquecerá sin duda a su país de origen. Porque no se trata, y esto es importante, de personas que regresan para "morir aquí", sino para vivir, trabajar y prosperar.

Dicho eso, quizá quepan algunas observaciones. La primera, en línea con lo que se dijo acerca de la necesidad de políticas coordinadas, para añadir que resulta imprescindible que sean transversales. Es decir, que aglutinen esfuerzos -y recursos-, en el caso de la Xunta, de todas las consellerías y, en el del país, de quienes puedan aportar ideas y proyectos para acomodar a los retornados. Y también a la inmigración, que sigue siendo necesaria para hacer frente a la demografía descendente y al correspondiente déficit de las clases laboralmente activas.

En este punto tampoco estaría de más alguna observación orientada siempre por la intención de colaborar en lo que se pueda. Se trata de prevenir que en esta especie de "operación retorno" se caiga en el error de fomentar más las ayudas a los que vuelven que las que tienen los que están aquí con graves dificultades para superar la crisis. Y es que las facilidades para becas, vivienda o empleo no deberían ser diferentes para evitar la hipótesis de una sensación de cierta discriminación que no favorecería el objetivo complementario de esa operación y otras que pudieran hacerse. Un objetivo que consiste en fomentar la convivencia a partir de la igualdad de oportunidades.

¿O no...?