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Antonio Rico

Quiero una tele de hombres

Soy hombre y quiero una tele de hombres. Si fuera mujer, querría una tele de mujeres, pero no lo soy. Quiero que se respete mi derecho a elegir libremente el tipo de televisión que deseo ver sin que el Estado me obligue a ver una en la que se mezclan de forma antinatural contenidos para hombres y mujeres. ¿Tanto miedo hay a la libertad? ¿Tan difícil es dejar que seamos dueños de nuestra vida? ¿Tan poco confiamos en nosotros mismos que queremos que nos digan lo que debemos ver y nos impongan lo políticamente correcto?

Soy hombre y quiero una tele de hombres. No es capricho. Hay gente muy lista que si me mira con detenimiento sabiendo que soy hombre, y después mira con detenimiento a una mujer sabiendo que es mujer, ¡es capaz de encontrar diferencias entre ambos! Dónde encuentre esas diferencias ya da igual. Eso va por épocas. Puede ser en la talla, los cromosomas o el canal del parto, no importa. Cuando pasa una moda, llega otra. Lo que ahora pita es decir que las diferencias están el cerebro, porque así nadie rechista. Lo importante es que siempre hubo, hay y habrá gente empeñada en demostrar que las diferencias culturales entre hombres y mujeres son insalvables porque responden a diferencias biológicas ineludibles que nos hacen inevitablemente diferentes.

Soy hombre y quiero una tele de hombres. Naturalmente, no me refiero a una tele segregada (eso suena fatal), sino diferenciada. No es para tanto. Tampoco estoy pidiendo una tele para una raza aria superior, ni siquiera para blancos. Y eso que podría, que la gente muy lista, si se pone, es capaz de encontrar diferencias donde se necesite. Es algo que se hizo siempre que hizo falta y puede volver a hacerse. Es fácil medir y medir hasta encontrar lo que se busca. Tan fácil como tirar el prejuicio primero y colocar la diana después. Pero no soy un extremista, no hay por qué alarmarse. Solo quiero una tele de hombres, defender la libertad y el apoyo del Tribunal Constitucional para poder ver la tele con mis hijos cuando llegan a casa del colegio de educación diferenciada en donde aprenden a ser hombres de ayer, hoy y siempre.

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