Leemos en la prensa que el ayuntamiento marinense tomó la decisión de cerrar definitivamente el cementerio viejo de Santomé, que se encuentra dentro del atrio parroquial, una vez cumplidos los requisitos que ordena la administración sanitaria, o sea, por razones de higiene y sanidad, que son las propias que contempla la ley para poder clausurar y derribar un cementerio, porque no nos engañemos, después del cierre, viene inexorablemente su derribo. Pero entendemos que también existen otras razones, seguramente más poderosas, las de los vecinos, que inclinen a tomar esta decisión.

Cierto es que el cementerio viejo está ubicado en un sitio, digamos "preferente" en el núcleo de la parroquia, y ocupa una gran superficie, que sin duda podrá dedicarse a espacios y usos apropiados para el ocio y disfrute de los vivos. No podemos olvidar su estratégica situación junto al atrio de la iglesia, enfrente a la Casa de la Cultura, con la que indudablemente darían una calidad de vida a la parroquia. Por ahí estamos de acuerdo. Pero la noticia, para nosotros, está en el cementerio en sí. Porque este cementerio guarda algunos secretos de nuestra historia que, probablemente, ya nunca más puedan ser descifradas.

No debemos olvidar que a esta parroquia perteneció nuestro héroe, liberador de Marín, que precisamente hace una semana celebramos el CCIX aniversario, don Juan Gago de Mendoza, y en esta parroquia fue bautizado y enterrado, por eso la importancia del cementerio para la historia de nuestra villa. Pues según consta en el Libro de Defunciones: "En cinco días del mes de julio de mil ochocientos treinta y tres, se dio sepultura eclesiástica en el atrio de la Iglesia Parroquial de San Tomé de Piñeiro, sitio destinado por Real Orden, al cadáver de Don Juan Gago, marido que ha sido de Dña. Josefa de Ibarra, vecino del lugar de Aguete o Chirleu. Recibió todos los Santos Sacramentos, no hizo disposición alguna por no tener de qué y por no haber más que anotar por ahora. Lo firmo como Cura Párroco. Fdo. Manuel García Camba".

Hasta el momento, que sepamos nosotros, no hay una noticia exacta del lugar del atrio donde fue enterrado, acaso en el cementerio, acaso en la iglesia. No existe ninguna inscripción, ninguna lápida, ni cualquiera otra circunstancia que nos lleve al lugar exacto de su sepultura. Por ello la importancia para nuestra historia local, que ante el definitivo cierre del cementerio y consiguiente derribo, se haga una busca concienzuda por todo el cementerio, para indicarnos si existe alguna inscripción o alguna referencia dentro de sus murtos, que pueda indicarnos el lugar de su enterramiento. Este es el misterio que guarda el cementerio viejo de Santomé, y es por lo que hacemos un llamamiento a nuestras autoridades locales para que se tomen las medidas necesarias para hacer un exhaustivo examen del cementerio para tratar de desvelar esta incógnita de nuestra historia.