A lo largo de la Guerra Civil, cualquier tipo de ostentación comercial -y no solo comercial- nunca estuvo bien vista entre los pontevedreses por razones obvias. Ese apocamiento generalizado se reflejó también en el escaparate de El Globo, que tuvo poco brillo en aquel tiempo tan sombrío. Solamente plasmó alguna que otra buena nueva, casi siempre de carácter religioso.

La apertura de una suscripción popular en 1936 para adquirir una imagen ecuestre del Apóstol Santiago ocupó el escaparate con especial relevancia en dos ocasiones, al principio y al final de la campaña realizada: la primera vez mostró una serie de fotografías del boceto acariciado, en tanto que la segunda vez acogió el icono del santo terminado, en cuanto llegó a Pontevedra para su exposición en la iglesia de Santa María. La imagen fue realizada por José Rivas, un prestigioso artesano compostelano, a semejanza del venerado Apóstol Matamoros de la Catedral de Santiago.

Al año siguiente, El Globo exhibió también una imagen de la Virgen del Pilar, que el duque de Sala regaló a la Comandancia de la Guardia Civil.