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Joaquín Rábago.

360 grados

Joaquín Rábago

Europa, en la encrucijada

La Unión, expectante por si Scholtz sigue con la política de déficit cero

¿Representará la nueva Gran Coalición alemana un giro en la egoísta política de austeridad "über alles" impuesta por Berlín a sus socios comunitarios?

¿Se atreverá el nuevo ministro de Finanzas y vicecanciller, el socialdemócrata Olaf Scholz, a romper con la política de déficit cero de su predecesor?

Y sobre todo ¿se lo permitirán sus dos socios de Gobierno: la CDU de la canciller Angela Merkel, ya en su cuarto mandato, y los cada vez más impacientes cristianosociales bávaros?

Schäuble, hoy por fortuna solo presidente del Bundestag, se dedicó durante años a frenar o dar largas a todo cuanto significase apartarse de aquella política.

Y así tenemos la unión bancaria por completar; un acuerdo sobre armonización fiscal del que solo se habla, y la reforma de la unión monetaria prometida a raíz de la crisis financiera de 2009, todavía pendiente y sin que se haya hecho prácticamente nada.

Hay quien pese a todo se muestra optimista solo por el hecho de que en el programa de gobierno de la "Groko" (Gran Coalición), el capítulo dedicado a Europa figure en lugar destacado.

Es como si se quisiera dar a entender que Berlín se toma en serio las ambiciosas propuestas del presidente francés, Emmanuel Macron, pero ¿no se quedará en un gesto solo simbólico?

El tiempo apremia, sobre todo cuando operan tantas fuerzas centrífugas, de las que la salida del Reino Unido podría ser un primer aviso, por más que ese país haya sido siempre un cuerpo extraño en la Unión.

Macron habla de "refundar la UE" para lo que confía en el eje franco-alemán, pero los ciudadanos comienzan a estar hartos de palabras altisonantes y promesas incumplidas.

¿No habló también en su día su antecesor Nicolas Sarkozy de "refundar el capitalismo" sin que, como era de esperar, ocurriera absolutamente nada?

Ocurre además que ese Macron que tanto habla de una Europa más social y solidaria no parece practicar lo que dice en casa, donde no deja de aumentar la conflictividad social por culpa de sus "reformas".

Está en efecto Macron empeñado en aplicar en su país recetas inspiradas en las que impulsó en su día el canciller socialdemócrata alemán Gerhard Schroeder para aumentar la competitividad de la economía alemana.

Una política de privatización de los servicios públicos, de "flexibilización" laboral y de reforma en profundidad de la función pública mediante nuevas técnicas de gestión y competitividad.

El problema es que, frente a las propuestas de Macron para avanzar en la integración de la UE -un presupuesto, un Parlamento y un ministro de Finanzas de la zona euro-, hay algo tan poco apetitoso como son los nacionalismos identitarios y xenófobos.

Y mientras avanza por un lado la Europa tecnocrática y por otro, la ultraderecha populista, ¿dónde está qué hace la izquierda?

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