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Ceferino de Blas.

Aseania

Indonesia, Singapur y Malasia avanzan a velocidad de crucero

A la salida del puerto de Langkawi se encuentra, en lo alto de una pequeña colina, un anuncio pintado con grandes letras para hacerse visible en la distancia, que dice: Aseania.

Como el rótulo de Hollywood sobre el monte de Los Ángeles, que anuncia la meca del cine, el que se ve en la isla malaya es el reclamo de un hotel turístico. Pero el creativo que puso el nombre acertó.

Aseania define la maraña de grandes y pequeñas islas que se ven en el globo terráqueo entre los dos continentes: Asia y Oceanía.

Sociológicamente es un ámbito insular que se desarrolla con enorme celeridad y adquiere una posición cada vez más relevante en el mundo.

Abarca a los denominados tigres asiáticos: Indonesia, el cuarto país más poblado de la tierra; Singapur, la ciudad estado -la nueva Venecia renacentista-, que ocupa el cuarto puesto financiero y es el quinto puerto mundial en tráfico marítimo; y Malasia, un país en construcción, con el estandarte de las Petronas, dos de las torres más altas que existen, y con grúas por todas partes. Es el símbolo del cemento y, más que del ladrillo, del vidrio y el acero.

Auguran que la capital, Kuala Lumpur, que alberga dos millones largos de habitantes, en un lustro llegará a los cinco.

¡Tal es el cúmulo de rascacielos en construcción!

Como sugería con preocupación un viajero europeo: "¡Nos comen!". Los habitantes de Aseania, es decir, las islas que están entre Australia y China y la India, avanzan a velocidad de crucero, mientras los occidentales, antiguos colonizadores, están atascados o en retroceso.

Lo más llamativo es que da la sensación de que olvidaron las ideologías e implantaron el más rampante capitalismo. No solo como estilo de vida sino como mentalidad asumida.

En el caso de Singapur podría asemejarse al modo en que Hitler eliminó el comunismo de Alemania e implantó el nacionalsocialismo. Lo mismo prohíben el chicle que crean ejecutivos.

Estas islas son ya unas potencias en un área estratégica, pero sobre todo encaran el futuro como grandes competidores de Occidente por la actitud de sus ciudadanos. Tienen un afán de superación enorme. Conforman un modelo de vida avezado a una disciplina estricta que comienza en la escuela, donde todos los alumnos visten uniforme, con unas ganas insuperables de conseguirlo todo, imbuidos en las nuevas tecnologías, plagados de niños y de jóvenes, frente a la vieja Europa del estado del bienestar, maravillosa, pero tal vez irrepetible, y decadente.

Es la explosión del capitalismo, el reino del shopping, de las compras.

Hasta EE UU parece haberse quedado anquilosado en la mentalidad que lo ha caracterizado, porque lo de los habitantes de estos países es mentalidad, ya que asumen los hábitos capitalistas con plena naturalidad.

Conducen por la izquierda y hablan inglés, pero a este ritmo dejarán atrás a la antigua colonia, el Reino Unido, de la que solo queda el recuerdo y unos pocos edificios.

En Kuala Lumpur, los guías enseñan las Petronas y una casa de madera antigua, un bungaló a punto de quedar completamente rodeado por rascacielos. Es la última casa de la ciudad colonial de comienzos del siglo pasado.

Es el contexto en el que se enmarca Langkawi, la segunda isla en importancia de Malasia, que posee algo a lo que Vigo aspira: el reconocimiento como Geoparque Mundial de la Unesco. Lo consiguió en 2007.

El espacio más visitado tiene rocas fósiles, cuevas llenas de murciélagos y unas colonias de águilas numerosas que pescan en el río Kilim -una de las tres reservas de parques geoforestales-, cuando los conductores de las lanchas ceban a los peces que salen a la superficie. Entonces las águilas hacen pasadas sobre el agua en un ballet aéreo bellísimo, y los capturan.

Por el gran número de rapaces se conoce a Langkawi como la isla de las águilas. Y se simboliza con una hermosa escultura en la localidad de Kuah.

Es una isla habitada, con una superficie mucho mayor que Cíes, pero los reconocimientos de la Unesco no se otorgan por el tamaño sino por la singularidad de los espacios. Como los que reúnen en espectacularidad y biodiversidad las Cíes. Como los geoparques de Langkawi.

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