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Antonio Touriño

El mirador de Lobeira

Antonio Touriño

Derroche público

Se gastaron muchos cientos de millones -en pesetas multiplicar por 166,386- en infraestructuras inconclusas, supérfluas o inútiles por las que alguien debería responder. Sin revolver actas ni rebuscar en hemerotecas a cualquiera se le vienen a la memoria faraónicas inversiones como el "muñón de Curro" para la jamás construida autovía a Vilagarcía, el nunca utilizado enlace ferroviario al puerto, las cientos de farolas que jalonan la circunvalación Norte o también el flamante y desangelado pabellón del Hospital do Salnés donde el eco retumba en el oído de los pacientes.

Y es que cuando se paga a escote parece que no duelen prendas. Parece que nadie lo nota porque el esfuerzo económico se convierte en centimillos si se divide entre todos los europeos -24 países nada menos, algunos muy poblados- y en eurillos si la fracción se ciñe solo a los españoles.

Se garantiza así el que nadie proteste pues al fin y al cabo ni se nota en el conjunto que alguien se ha beneficiado lícita o ilícitamente de la decisión técnica o política sobre el fiasco correspondiente.

Pero urgen explicaciones en el sentido que sea. La inversión debe justificarse porque el dinero es de todos los ciudadanos y el derroche debe penalizarse porque hay muchos "cráteres" que no se han tapado aunque hubo dinero que debió ser utilizado en corregir muchas desigualdades en todo este tiempo.

O también el de actuar en positivo para que no vuelva a suceder. Cualquier inversión debe tender a la rentabilidad, a corregir desajustes, a crear un futuro más confortable.

Y para ello hay que atender a los cimientos que en muchos casos se están dejando caer por falta de uso. O Salnés tiene también polígonos empresariales desiertos, instalaciones abandonadas como el balneario de A Concha, islas estandarte como la de A Toxa comidas por la maleza, estaciones y apeaderos de tren transformados en urinarios de vándalos, macroedificios judiciales con minúsculos despachos. Un sinfín de despropósitos sobre los que nadie da explicaciones. Es más fácil.

En definitiva, axiomas de la economía pública que muchas veces se compara con la doméstica, con la diferencia de que los dineros de la familia han sido ganados con el sudor de la frente.

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