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José Manuel Ponte

inventario de perplejidades

José Manuel Ponte

Importancia de la radiobaliza

Es tendencia creciente en los medios (afortunadamente no en todos) desviar la atención del asunto principal hacia aspectos marginales o curiosidades técnicas que pasan inmediatamente a ser objeto de apasionados debates. Estos días, por ejemplo, tenemos el caso de la detención en territorio alemán del fugado expresidente de Cataluña, señor Puigdemont, cuando viajaba por carretera desde Finlandia, donde había dado una conferencia en la universidad, hacia la localidad belga de Waterloo en la que había fijado su residencia.

En un primer momento, la noticia se centró en el hecho mismo de su captura por agentes de la policía alemana y su posterior traslado ante la autoridad judicial que ordenó su ingreso en prisión a la espera de que un tribunal superior resuelva sobre su entrega a España. En un segundo momento (quizás el más instructivo), el "ojo de halcón" del interés periodístico fijó su mirada en analizar las consecuencias, favorables o desfavorables, de la detención en territorio de la República Federal de Alemania dado que existe una cierta semejanza entre la figura de rebelión que contempla el Código Penal español y el delito de alta traición que describe el código penal alemán.

Inmediatamente fue solicitada opinión a un tropel de eminentes juristas (magistrados, catedráticos, abogados, expertos en Derecho Internacional, etc., etc.) y las tertulias de radio y televisión se convirtieron en aulas de una improvisada facultad de Derecho. Se discutió con apasionamiento, se esgrimieron códigos, se citó jurisprudencia aplicable al caso, pero al final no se llegó a ninguna conclusión fiable y buena parte de la audiencia se fue para la cama como dicen que le sucedió al famoso negro del sermón, es decir, con la cabeza caliente y los pies fríos.

No obstante lo anterior, el tercer centro de atención preferente (al menos en algunos medios que frecuenté) fue la circunstancia morbosa de que la detención del fugado se hubiera producido gracias a la astuta instalación en el vehículo de una pequeña radiobaliza. Al parecer, agentes del servicio secreto español venían siguiendo a Puigdemont desde que salió de viaje hacia Finlandia y, en contacto discreto con la policía de los países por los que transitaba, esperaron a encontrar el momento más favorable para su detención.

En algunos medios, para ilustrar a la audiencia, se mostraron modelos de esa clase de aparatos (algunos por cierto están a la venta en establecimientos especializados como La Casa del Espía) y hasta se indicaron los lugares idóneos para instalarlos en la carrocería de un automóvil. La satisfacción por el comportamiento profesional de los agentes españoles era palpable y algunos tertulianos hicieron sangre con unas opiniones de la inefable periodista catalana Pilar Rahola, que había elogiado la facilidad con que Puigdemont se venía burlando de la policía y de los jueces españoles diciendo de él que era "el puto amo".

Habrá que esperar todavía unos días para saber si el señor Puigdemont ha llegado al final de su escapada, pero mientras tanto seguirán las especulaciones sobre los procedimientos empleados en su captura y sobre la existencia de "topos" en la cúpula del movimiento separatista. Que yo recuerde, cuando las fugas de Ruiz Mateos y de Roldán también hubo una expectación parecida. Al público de la serie negra le encantan los detalles.

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