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Pedro de Silva

Almas gemelas

Eran dos seres echados al mundo en lugares y circunstancias muy distintos, pero llamados a encontrarse. No les unían raza, cultura, lengua, aspecto, edad, estatura o modo de vida. Es verdad que los dos tenían poder, eran hijos de papá y practicaban una distancia muy característica respecto del sexo opuesto, hecha a mitades de codicia y desprecio. Por otra parte, en ambos eran proverbiales un matonismo y un estilo bronco con los que sus respectivas pandillas de secuaces se partían de la risa. Luego estaba el asunto del pelo, uno pajizo, otro negro, uno lacio, otro hirsuto, uno en forma de ensaimada, otro de pastel de chocolate: polos tan opuestos son candidatos seguros a que salte la chispa. Y, en fin, estaba la astucia profética común a Kim y Donald, por la que habían sabido que el mundo, antes de colapsar, pasaría por una fase en la que se volvería su caricatura, con líderes a juego.

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