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Joaquín Rábago.

360 grados

Joaquín Rábago

Macronismo

Su juventud y entusiasmo proeuropeo convierten al presidente galo en antídoto contra el euroescepticismo

Desde que con su movimiento En Marche llegó al Elíseo, aprovechando la hecatombe socialista y el miedo que inspiraba la ultraderecha de Marine Le Pen, Emmanuel Macron se ha convertido en la gran esperanza blanca de la derecha reformista europea.

Su juventud, su entusiasmo proeuropeo en momentos en los que tantos ciudadanos parecen buscar refugio en la nación Estado frente a las incertidumbres de la globalización neoliberal, hacen que muchos vean en el presidente francés un antídoto contra el creciente euroescepticismo.

Con su movimiento, rebautizado como La République en Marche, Macron busca aliados en otros países con el objetivo de crear un nuevo grupo en el Parlamento de Estrasburgo tras las elecciones europeas del próximo año.

Aquí, por ejemplo, algunos de sus hombres han contactado ya con Ciudadanos, que, sin embargo, duda de momento de la conveniencia de dejar la Alianza de los Liberales y Demócratas para Europa, en la que el partido de Albert Rivera se siente de momento muy cómodo y donde puede además crecer su influencia.

Las dudas de Ciudadanos tienen también que ver con el miedo de Rivera a una excesiva hegemonía de un líder tan ambicioso como el presidente francés, cuyo movimiento no tiene, sin embargo, hasta ahora alianzas formales con otros partidos de la misma cuerda.

Macron se ha propuesto continuar en Europa lo que inició en Francia: es decir, aprovechar el descalabro del viejo sistema de partidos para crear una nueva fuerza que, superando las etiquetas "derecha" e "izquierda", lo fíe todo a la eficacia frente a la ideología.

Quienes hemos vivido ya lo suficiente sabemos, sin embargo, que quienes presumen de apolíticos y "a-ideológicos" representan en realidad una derecha, todo lo moderna que se quiera, que no se atreve a confesarse como tal.

Una derecha que complace sobre todo a una nueva clase de jóvenes profesionales que cree en el pragmatismo y el instinto de superación del individuo y para la que cualquier problema social es ante todo un problema de fracaso individual.

Uno de los jóvenes activistas de La République en Marche, Alexandre Anglade, que dirige desde comienzos de año el grupo de trabajo que prepara las elecciones europeas, habla de una "nueva fuerza" europea, que aprovecharía el impulso de Macron.

Anglade quiere crear en la Eurocámara una nueva plataforma a la que invitarían a incorporarse a todos los partidos liberales y progresistas, para lo que, según las reglas del Parlamento, se necesitaría solo un mínimo de veinticinco diputados de siete países distintos.

Además de con Rivera, el movimiento de Macron ha contactado con el exjefe del Gobierno italiano Matteo Renzi, con el exdiputado ecologista franco-alemán Daniel Cohn-Bendit, y con algunos partidos de la Europa del Este como el llamado Eslovaquia Progresista, fundado el año pasado según el modelo de En Marche.

Las gentes de Macron buscan al mismo tiempo establecer contactos sobre todo con eurodiputados que simpaticen con su movimiento europeísta sin necesidad de abandonar los partidos a los que pertenecen.

El presidente francés sufrió ya, sin embargo, una primera derrota cuando el Parlamento europeo votó recientemente en contra de repartir entre listas "transnacionales" los escaños que quedarán libres tras la salida del Reino Unido de la UE.

Y otras ideas de Macron para combatir los populismos y el euroescepticismo y mejorar el funcionamiento de la UE como la creación de un presupuesto para la eurozona y de un ministro permanente de Finanzas siguen tropezando con fuertes resistencias.

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